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horacio.jimenez@eluniversal.com.mx
Todos los priístas esperaban una señal o un guiño del presidente Enrique Peña Nieto que les mostrara quién puede ser su sucesor, pero se quedaron con las ganas.
Ahí estaban todos los presidenciables del tricolor sentados a la derecha y a la izquierda del Presidente de la República, pero no hubo destape para llenar el perfil que describió el titular del Ejecutivo a EL UNIVERSAL el pasado jueves.
Faltan 15 meses para que finalice su administración y, sin embargo, todavía no hay banderazo, no se destapa al tapado que muy probablemente el próximo año en su 6to Informe ya no esté ahí con él, porque el destino del PRI y su abanderado ya estará dictado para el 1 de septiembre de 2018.
El patio central del Palacio Nacional fue habilitado para recibir a aproximadamente mil 500 personas. El escenario en el que el Presidente de la República daría un mensaje con motivo de su 5to Informe de Gobierno era imponente.
Columnas verdes, plateadas y rojas con el escudo nacional al centro simulaban la bandera nacional. A la derecha del Presidente, los integrantes de su gabinete legal y ampliado; a su izquierda, los gobernadores en funciones y tres electos.
Todos los presidenciables del PRI estaban en una fila, tan cerca y tan lejos cada uno de ellos. Todos juntos, pero cada quien con su objetivo y su propia trayectoria, que quizás al final sea la diferencia.
Son las 11:30 de la mañana y ya todos los posibles abanderados del PRI están en el sitio, excepto Aurelio Nuño. José Antonio Meade, titular de la Secretaría de Hacienda, fue de los más saludados, más abrazados y en reciprocidad agradecía desde su lugar junto al gabinete, con la mano derecha en el pecho, a un lado de su corbata azul —como el color del partido con el que fue secretario de Estado—, las muestras de apoyo. Escucha el mensaje. Habla. Sonríe y señala con el procurador General de la República, Raúl Cervantes.
El titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, continúa siendo un misterio en sus aspiraciones. Su actitud es seria y formal sobre 2018. Él llega casi al mismo tiempo que el Presidente, es su hombre cercano y el jefe del gabinete, para él no hay tiempo ni espacio para fotos ni abrazos.
Pero quien sí es uno de los más desparpajados es José Narro, titular de la Secretaría de Salud, a quien un pajarito le dijo que el PRI va a ganar la Presidencia de la República en 2018. La seriedad no es lo del ex rector de la UNAM, rompe las formas, sonríe, saluda, se limpia el rostro, platica con sus compañeros.
Pero quien llegó tarde a la fiesta fue Aurelio Nuño, titular de la SEP. Cuando todos los secretarios ya estaban en sus lugares, Nuño llegó corriendo y sólo alcanzó a saludar a unos pocos, incluso tuvo que incomodar a sus compañeros, quienes se tuvieron que levantar para que pudiera llegar a su lugar.
Ahí también estaban José Calzada, titular de la Sagarpa. No perdió oportunidad para abrazar, saludar y tomarse fotos con los asistentes. Enrique de la Madrid (Turismo) es de los pocos asistentes que se coloca sus lentes, agacha la cabeza y se pone a escribir; sin embargo, no se ve si es en el celular o en una libreta.
En medio de todos está el procurador General de la República, Raúl Cervantes, quien tiene las luces encima por la posibilidad de hacer efectivo el “pase automático” y convertirse en fiscal general de la nación por los próximos nueve años. Usa chaleco oscuro debajo de su traje. Toce, sonríe y conversa con el almirante Vidal Francisco Soberón (Semar). También asistió, discreto y sin mayor aspaviento, el todavía gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila. Todos presentes por si se les necesitaba en una frase, un guiño o una señal. Nadie quiso faltar.
La crisis en el Congreso de la Unión se trasladó también hasta el mensaje del Presidente de la República. El PAN sí estuvo, pero no. Al mensaje del titular del Ejecutivo acudieron 10 gobernadores emanados del blanquiazul y el flamante presidente del Senado, Ernesto Cordero. Sin embargo, no acudió la todavía presidenta de la Cámara de Diputados, Guadalupe Murguía (PAN), tampoco se presentó Ricardo Anaya, ni los legisladores panistas. También estuvo Diego Fernández de Cevallos, muy cerca de uno de los empresarios más ricos del mundo, Carlos Slim.
Por segundo día consecutivo, las miradas estuvieron sobre Ernesto Cordero. A dos días de ser nombrado, ya apareció en la Cámara de Diputados, donde sus correligionarios lo llamaron traidor y hoy se presentó en un evento republicano, junto al jefe del Ejecutivo.
No se le ve cómodo. Se percibe un rostro fuerte. Al recibir al presidente, Peña Nieto, todos los asistentes aplauden menos él. Es tímido en sus movimientos. Viene el momento más complicado, posar junto a Luis María Águilar, presidente de la Corte; Osorio Chong; la representante de la Cámara, que en esta ocasión fue una vicepresidenta, Gloria Himelda Félix, y el Presidente de la República al centro del escenario, es tiempo de la presentación de cada uno de ellos y de escuchar el Himno Nacional.
Francisco Domínguez, gobernador de Querétaro y uno de sus mejores amigos, le salva la vida y cuando escucha su nombre grita: “¡Bravo!” y aplaude fuerte.
Conforme va pasando el mensaje Cordero se suelta y brinda unos pocos aplausos al unísono de los demás asistentes. Al finalizar, el Presidente lo toma del codo izquierdo, y se despide de él. Tiene un diálogo breve de unos segundos, Cordero consiente y le dice dos veces que sí. Al bajar inmediatamente saluda al coordinador del PRI en el Senado, Emilio Gamboa. Se abrazan.
Otros de los asistentes, quienes se fundieron en un abrazo y platicaron durante varios minutos, fueron los gobernadores electos del Estado de México, Alfredo del Mazo, y de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme, el primero con corbada azul y el segundo, roja.
Fue un mensaje de una hora con 10 minutos aproximadamente y el momento en el que los asistentes rompieron en aplausos y se pusieron de pie fue cuando habló de la relación con Estados Unidos.
“No aceptaremos nada que vaya contra nuestra dignidad”, dijo. En ese momento una de sus hijas grita: “¡Bravo!” y se ponen de pie, a lo que él responde: “Mi porra”, se ríe y le guiña el ojo a sus hijas.
Fue el día en que no hubo destape, hubo ausencias e inicia la recta final de su administración en la que, en los próximos días, debe tener definiciones para el tricolor.