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Llega tarde el secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, al salón del debate, aunque reportan que está en el Senado antes de la cita, 8:00 de la mañana, momento en el que la sala está colmada. La expectativa es que la oposición hará ceviche del visitante.
Entra con el senador Antonio Olvera Acevedo (PRI) a ese cuadrilátero, donde afilaban críticas legisladores de Morena, PRD y PAN, a quienes habría de desconcertar, no tanto por su tranquilidad al exponer, sino por el sentido de los datos que aportaba.
Es así que en las contradicciones entre versiones conocidas y los dichos de Ruiz Esparza, por ejemplo, la coordinadora de Morena en San Lázaro, Rocío Nahle, le dijo: “Híjole, no sé en qué país vivimos; vamos a checar [la información de Ruiz Esparza] con las empresas”.
Ruiz Esparza construye en 20 minutos de mensaje un grueso blindaje: Entrega oficios, fotos, videos, el informe de los peritos independientes. Se lava las manos al decir que no ha hecho señalamientos sobre el gobernador, de parte suya.
Avanza entre cuestionamientos, y ante el vigor de la diputada Minerva Hernández (PAN), él repone que su responsabilidad es “ayudar a que las autoridades competentes deslinden responsabilidades, que no haya impunidad”.
Cuando los oponentes abren espacio a refuerzos se les explica que sólo integrantes de la comisión participan. La ofensiva se debilita.
Uno de los senadores de izquierda, llamado El Arma Mortal del PRD en los debates, Fernando Mayans, recrimina en modo machacón el papel de Ruiz Esparza y el que muerde el anzuelo es el diputado Jericó Abramo Masso, quien abandona la calma.
Ernesto Cordero (PAN) grita para interrumpir el diálogo (acción no permitida) que ha abierto Mayans, y el diputado Abramo.
Mayans es un lobo. Jala más a Abramo. “¿A quién quiere defender, diputado?”, “¿Se ofende usted o qué?”, “¿Le estoy agrediendo o qué?”, dicho esto en tono alto, con su elocuencia característica al saludar en tribuna “al pueblo de México”.
Cordero se hace oír: “Continúe usted [senador Mayans] con su posicionamiento. Le pido, diputado, que deje terminar al senador”.
Y en seguida Mayans suelta un chistorete, alusivo al breve lance: “No sabía que estaba El Chapulín Colorado aquí”.
Con su blindaje de concreto hidráulico, reforzado con oficios y otros sustentos a su palabra, Ruiz Esparza concluye su presentación y deja hoy el banquillo para el otro actor político en el tema del socavón, el gobernador de Morelos.