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La imagen indignó a muchos: una mujer con sobrepeso sostiene un cartel con un controvertido mensaje.
“No sé quién mordería mi cartulina, si un chairo o uno de la #CaravanaMigrante… Porque resulta que ambos tienen hambre”, dice el cartel.
La foto se tomó en una marcha contra la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), el 11 de noviembre en la capital del país.
Los críticos de la movilización la llamaron “marcha fifí”, el adjetivo utilizado en la campaña electoral por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador para definir a algunos adversarios y a cierta gente de la clase social alta.
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Más allá de la protesta, el mensaje de la mujer –y otros que se repitieron por decenas- forma parte de la confrontación social que dejó la reciente elección presidencial.
La contienda se define en la palabra “chairo”, la manera ofensiva en que los adversarios del presidente electo llaman a sus seguidores y a militantes de izquierda.
El término se utiliza más en redes sociales, convertidas en un intenso campo de disputa política que se mantiene incluso meses después de la contienda presidencial del 1 de julio.
De hecho los “chairos” encontraron este año otra palabra para responder a sus adversarios: los llaman “derechairos”.
Se refieren a quienes no aceptan el resultado electoral ni un eventual cambio político en el país.
Así, “chairos” y “derechairos” se enfrascan en intensos debates y discusiones, especialmente en twitter. Con frecuencia el lenguaje suele ser discriminatorio.
“Muchos rechazan a López Obrador y no solo es gente de origen social alto, también de clases bajas”, le dice a BBC Mundo Hernán Gómez Bruera, investigador del Instituto Mora.
“El clasismo y el racismo no solo es de los de abajo, sino de los de abajo a sus pares”.
El imaginario mexicano
¿Qué significa “chairo”? Hay varias respuestas, aunque la más aceptada –hasta ahora- es la del Diccionario del Español en México.
En su edición más reciente –de 2017- indica que se trata de un sustantivo y un adjetivo de tipo ofensivo.
Define: “Persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se le atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender; persona que se autosatisface con sus actitudes”.
Para llegar a esta definición “analizamos muchos documentos, fundamentalmente de prensa o mensajes en redes sociales”, le dice a BBC Mundo Fernando Lara Ramos, director del Diccionario editado por El Colegio de México.
En esta revisión se encontró que el uso más frecuente de la palabra se refiere a personas que se definían como de izquierda.
Pero al mismo tiempo su estilo de vida o el comportamiento personal no es congruente con tal ideología.
Es una parte de la historia. La otra proviene del origen de la palabra, apunta Lara Ramos.
En México, como en otros países donde se habla español, existe la palabra “chaira” para definir a un instrumento cilíndrico, largo y rugoso con el que se afilan los cuchillos de los carniceros.
En el imaginario popular mexicano, por la forma y características del instrumento, se le comparó con un pene.
Así, añade el académico, hace unos 70 años apareció la frase “hacerse una chaira” como una forma de llamar a la masturbación.
Surgió después “un uso metafórico para aquellos casos donde alguien empieza a imaginar o a decir una serie de fantasías pero que no lo comprometen o son inútiles, sin resultado determinado”.
Algo parecido a la masturbación, que no siempre termina en una relación sexual.
En algún momento ese concepto empezó relacionarse contra algunos militantes de izquierda.
Así, los “chairos” serían las personas que defienden un proyecto imaginario de país, que no se podría concretar.
Sin embargo, a partir de 2006 el término se usó para insultar a quienes respaldaron la primera candidatura presidencial de López Obrador.
Un origen escolar
¿Cómo se popularizó el tema en internet, el espacio donde más se usan estos términos?
No está claro. Algunos ubican como origen al blog de Tamara de Anda porque fue uno de los primeros espacios web donde apareció la palabra “chairo”.
La activista empezó a utilizar el término a finales de los años 90, cuando estudiaba en la Preparatoria 6 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Algunos de sus compañeros eran hijos de intelectuales, activistas o políticos de izquierda, quienes parecían seguir una especie de moda vinculada, popularmente y en esos años, con esa ideología:
Vestían ropa con símbolos indígenas, organizaban eventos en favor del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) o firmaban cartas de protesta que se publicaban en los diarios.
Pero vivían en barrios acomodados, eran asiduos a cafés y restaurantes bohemios o antes de matricularse en la UNAM, la mayor universidad pública de América Latina, estudiaron en colegios particulares de alto costo.
A estos personajes, en esa época, se les conocía en México como “Revolucionarios de fin de semana”. También “activistas rábano”: rojos por fuera, blancos por dentro.
Y unos pocos les llamaron “Huara Gucci”, porque usaban huaraches (sandalias de piel) de alto costo o con diseños exclusivos.
Tamara y sus amigos, en bachillerato, les decían “chairos”.
Broma pesada
Durante varios años la definición de “chairos” se mantuvo como una broma entre amigos, incluso en 2005 cuando la ahora activista filmó, para una tarea, un video de humor sobre los “chairos” que se difundió en YouTube.
Un año después ocurrió una de las más controvertidas elecciones presidenciales de la historia, que oficialmente perdió López Obrador.
Según el Tribunal Electoral el ganador de la contienda fue Felipe Calderón.
En el conflicto postelectoral los simpatizantes del político de izquierda establecieron un campamento en Paseo de la Reforma, una de las avenidas emblemáticas de la capital.
Por esos días aparecieron las primeras menciones a la palaba “chairo” como una forma de descalificar la protesta.
La definición reapareció en la contienda presidencial de 2012 que ganó el actual presidente Enrique Peña Nieto.
Y volvió a la escena política en la campaña electoral de este 2018, aunque frecuentemente acompañada por frases discriminatorias y amenazas.
En este escenario surgió la palabra “derechairos”. ¿Quiénes son? No hay una respuesta.
Algunos como la activista de Anda les definen como personas conservadoras, que usan como bandera política temas como el respeto al matrimonio gay o el derecho de las mujeres sobre su cuerpo.
Pero más allá de las diferencias políticas lo cierto es que hasta ahora, reconoce Lara Ramos, no existen razones suficientes para incluir el término “derechairo” en una próxima edición.
“Esperamos a que haya más documentación”, justifica. “Pero sucede que estas palabras afloran, muy grande, pero después tienden a desaparecer”.
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