El gobierno mexicano abre sus puertas y pone la mesa para el diálogo, sin protagonismo, y sí con un fin humanitario, afirmó la subsecretaria de Relaciones Exteriores para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, Martha Delgado.

La funcionaria diplomática, de la mano del canciller Marcelo Ebrard, ha encabezado el equipo para lograr que, hasta ahora, 130 personas de Afganistán pudieran llegar a México, tras huir del régimen talibán.

En entrevista con EL UNIVERSAL, subrayó que el trabajo ha sido complejo, pues han enfrentado obstáculos burocráticos fuera del país, para dotar de los documentos necesarios a las personas, y que pudiesen llegar a territorio mexicano. Organizaciones internacionales entraron en contacto con el gobierno mexicano para el traslado de seis mujeres, cinco de ellas adolescentes.

Tocaron puertas en varios países, pero fue México el primero en emitir la documentación necesaria. Para el caso de los periodistas y sus familias, la solicitud de auxilio llegó desde medios de comunicación. El proceso, dijo la funcionaria diplomática, se ha realizado en tiempo récord.

Las 130 personas afganas que están hoy en México cuentan con una visa humanitaria por 180 días y cada una decidirá si renueva o no, e incluso si busca un estatus migratorio en particular dentro del país.

¿Cómo va el proceso de ayuda humanitaria a la población de Afganistán?

—El procedimiento para emitir una visa humanitaria empieza por la decisión de un gobierno de apoyar a personas en situación de peligro, especialmente mujeres y niñas, cuya integridad se encuentre comprometida, en el caso de los periodistas, también su actividad profesional los pone en riesgo inminente.

¿Fue México el único que aceleró los papeles para que llegaran las seis jóvenes?

—Sí. Muchos tienen la intención; ocurre que muchas organizaciones en un país, el que sea, quieren sacar a las personas, pero no necesariamente su gobierno está de acuerdo. El primer gobierno que les abre la puerta y trabaja con las instituciones, somos nosotros. De ahí todo lo hacemos hacia atrás: el gobierno de México ofrece las visas y la contundente presencia humanitaria en el país.

Nosotros tenemos que ver el recorrido que van a hacer e irles desbloqueando obstáculos, es difícil, hay de todo tipo: social, cultural, económico, político.

¿Qué documentos tuvieron que emitir?

—Una carta de que su documentación está en trámite; carta de los embajadores diciendo que hay personas que van a transitar por el país temporalmente, para tomar un avión rumbo a México, si no tienen visa del país.

¿Cuántas personas más llegarán a México?

—Por el momento no tenemos otro proceso en trámite.

México ha priorizado mujeres, niñas y personas vulnerables, ¿qué hay con toda la ciudadanía afgana?

—México está atendiendo los casos que tienen un mayor riesgo y está haciendo un llamado a la comunidad internacional. Un solo país no se puede hacer cargo de todo. Esos países que frecuentemente nos convocan a respetar los derechos humanos en CIDH, en Ginebra y esos organismos que nos llaman a cuentas (…) México es un país abierto al escrutinio internacional, pero este momento es el justo y preciso instante que se necesita que todos esos países hagan lo mismo.

¿México se hace cargo de transporte, manutención?

—No, México se hace cargo de supervisar y validar la seguridad de la logística, pero no tenemos un solo peso invertido del fondo gubernamental. Nos encargamos de conseguir los fondos, las asociaciones solidarias; nosotros no pagamos nada, pero sí conseguimos que todo esté cubierto.

¿Decidirán si se quedan 180 días que dura la visa y en su caso renovar o marcharse?

—Sí. Aquí tienen el espacio de libertad, serenidad y apoyo necesario para tomar después su decisión. Si ellos quieren ir a otro país, encuentran a su familia en otro lado, trabajo, proyecto de vida, perfecto, si no, siempre estará la posibilidad de prorrogar un poco su visa humanitaria o tener una residencia aquí.

¿México dudó en traerlos?

—Mucha gente va en condición de que no sepan las autoridades porque se convierten en objetivo. Muchas partes del proceso no las vemos. Está fuera de nuestro alcance conocerlas por la seguridad de ellos. Todos los grupos manejan esos trayectos, pero la experiencia es decidir que vengan y hacer todo lo posible para que eso suceda.

El primer obstáculo de un país cuando pides ayuda es la burocracia y donde las políticas migratorias son más duras, no admiten flexibilidad y dejan a la vista el margen de maniobra tan estrecho en casos como estos.

¿Retoman la vieja política exterior mexicana?

—Es un enfoque, cuando se necesita, México ahí está.

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