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Policía del Perreo, es un personaje que Ana ha creado para la comunidad twerkera, en especial para las mujeres que buscan aprender a bailar, pero que terminan amando y aceptando sus cuerpos. Para Poli, como la llaman de cariño, el twerk es más que un baile sensual, es una disciplina que implica retos constantes.
“El twerk para mí es un acompañante, parte de mi transformación, ha sido un proceso y lo más mágico es que ha sido un abrazo constante en mi vida, a mis emociones y a mi cuerpo, lo considero la mejor terapia y me ha ayudado a impactar más vidas”, cuenta Ana.
En 2022, Ana perdió a su mamá en una lucha contra el cáncer pero la danza la sacó adelante. Aunque en su proceso de sanar colapsó al perder las cenizas de su madre y ser violentada por su propio padre, ella nunca dejó de bailar, eso la mantuvo a flote en medio de la depresión.
“Todo lo que tengo es un homenaje a mi madre, ella era abogada, trabajó en el Poder Judicial de la Federación y por eso mi estudio de baile recibe el nombre de Primer Tribunal Supremo de Twerk, porque esta danza nunca me ha soltado”, describe Poli con la voz entrecortada.
Transformar vidas a partir de la danza era uno de sus sueños que anhelaba junto a su madre, por eso lanzó un campamento de twerk, una actividad que referentes de la comunidad realizan a nivel nacional, internacional e incluso en el mundo, como en el Mundial de Twerk en Madrid, España.
“Es un medio que está creciendo, las batallas están creciendo dentro del twerk”, explica Poli sobre las competencias formales entre bailarines, donde existen reglamentos y pruebas de alto rendimiento.
Las batallas de twerk están ganando difusión en la escena del arte, en éstas influyen varios elementos, como la vestimenta, la música, la técnica, el dominio del escenario y el mensaje que se busca transmitir. Ana espera que a partir de estas competencias se valore este baile, su estilo y el freestyle en el país.
Aunque para algunas personas, a simple vista el twerk puede ser un movimiento sensual con elementos que podrían sexualizar a las mujeres que lo practican, esta disciplina ayuda a ganar libertad y aceptación de los cuerpos.
“Descubrí que es una forma de conectar conmigo y conectar con las otras personas, siento que en mi vida cotidiana tengo muchas dificultades para comunicarme con la gente, pero cuando estoy con un grupo que baila hay un lenguaje más allá”, narra Ángel Ibris, quien practica twerk con Poli.
La comunidad de bailarines que participó en la “Primera Copa Suprema de Twerk” ha generado una red de apoyo, un espacio seguro donde comparten su pasión, donde se empoderan y conectan a través de la danza.
Cerca de 20 alumnas fueron parte de este entrenamiento de batallas de FreeStyle Twerk en Puebla, con porras, gritos, abrazos y muchas emociones, Poli compartió su historia de vida y su amor por la danza. Su sueño es llegar a escenarios grandes como el Foro Sol, preparar a otras mujeres para que logren entrar a la escena artística, pero también para que el baile transforme sus vidas, como lo hizo con ella.