La hermana Juana Ángeles Zárate, presidenta de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México, aseguró que la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador necesita ser evaluada para que vaya respondiendo a las necesidades, porque la ola de violencia no ha parado, y ejemplificó con los más de 100 mil asesinatos que ha habido en este sexenio.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Juana Ángeles Zárate pide que haya ajustes en esta estrategia, porque en este momento estamos viendo que no está dando el resultado esperado.
Sobre la negativa del presidente López Obrador de no cambiar la estrategia de seguridad y mantener su enfoque de “abrazos, no balazos”, le dice que esta convocatoria a la Jornada de Oración por la Paz —que hicieron el pasado lunes los integrantes de la Conferencia del Episcopado, de los Religiosos de México y de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús— es un llamado a un diálogo social que implica la escucha auténtica y cambios de postura, y también la búsqueda de lo que se tiene que cambiar de todos los que participan en un diálogo, pues no se trata de escuchar por escuchar, sino de hacer un consenso conjunto, un auténtico cambio social, no es la defensa de posturas, para encontrar las mejores estrategias.
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Ratifica sus dichos de que México está en una barbarie de violencia, pues casi todos los estados se encuentran en ese proceso, ya que casi 800 municipios de los más de 2 mil 500 están cooptados por el crimen.
Agrega que se debe orar para lograr la pacificación y tener la certeza de que esto sí tiene salida, aunque muchas veces la sensación de la población es que no, por lo que se debe apostar al diálogo. Explica que también pidieron orar por los victimarios, porque la reconstrucción y la pacificación no se puede hacer sin ellos, pues hay razones por las que han caído en la delincuencia organizada y se les debe dar la oportunidad de dejarla, ya que muchas veces fueron secuestrados, amenazados o presionados para poder servir al crimen.
¿Qué le dicen estos asesinatos y desapariciones por los que se está llamando a una Oración por la Paz?
—Lo que nos dicen es el grado de descomposición del tejido social, de las relaciones, de los objetivos por la búsqueda del bien común; entonces, de ahí la importancia de que podamos orar y reflexionar sobre esta situación y las causas que lo han ido generando, y lo que [nos] toca a cada uno de nosotros, sujetos y actores que vamos formando parte de este tejido social.
¿Qué nos corresponde hacer para lograr la pacificación y tener la certeza de que esto sí tiene salida?, porque a veces creo que la sensación de la población es que esto ya no tiene salida (...) y creo que tenemos que apostar por caminos de diálogo y de acciones que puedan revertir esta situación tan dura.
¿Qué se necesita para llegar a esa salida?
—Hay que construirla entre todos, las acciones, se necesita que cada persona haga conciencia de lo que va generando violencia a nuestros ambientes.
Se necesita también trabajar por el tejido familiar, la comunicación, el trabajo conjunto, los valores en la familia; se necesita trabajar el tejido vecinal, en las comunidades rurales y urbanas, y, por supuesto, el Estado también tiene que poner de su parte: la Cámara de Diputados, la de Senadores, el periodismo, todos los actores sociales tenemos que dialogar y encontrar qué nos toca a cada uno.
Yo pienso que no hay una receta, hay que encontrarla con el diálogo y con la responsabilidad de todos los actores sociales.
¿Cómo ve el proyecto de seguridad, limitado o carente de objetivos?
—Lo que veo es que necesita ser evaluado para que vaya respondiendo a las necesidades, ¿no?, pues porque la ola de violencia no ha parado, siguen más de 100 mil asesinatos dolosos, ¿no?
La organización [estrategia] tiene que irse revisando y ajustando para que dé resultados, porque en este momento no está dando el resultado esperado.
¿Sí estamos en una barbarie de violencia?
—Sí, claro que sí, no solamente en esos estados que son los más violentos. Yo creo que casi todos los estados están en ese proceso y le llamamos así porque bien sabemos que casi 800 municipios, de los más de 2 mil 500, están casi cooptados por el crimen.
Entonces, pues claro que sí, y no solamente es el crimen organizado, sino son los homicidios, la falta de salud mental en las relaciones familiares y laborales, el acoso laboral y los climas laborales muy estresantes. Entonces es una toma de conciencia a lo que le está pasando a la sociedad, antes, durante y después de la pandemia, porque la pandemia vino a agudizar una situación que ya se estaba gestando en todos estos ámbitos.
¿Qué le dicen las críticas del presidente López Obrador a las voces de la religión?
—El objetivo es una búsqueda conjunta de la pacificación del país, lo tenemos muy claro que esa es nuestra intención; tenemos también muy claro que es responsabilidad de todos los actores sociales, que es un proceso y que la muerte de nuestros hermanos sacerdotes y Pedro Palma, el laico, evidencian una situación en la Sierra Tarahumara que es de extrema pobreza y de que estamos rompiendo con esta cultura indígena y mestiza de tanto aporte comunitario, y que están ahorita limitados por la situación del miedo que viven.
Debemos caminar todos los actores sociales, esas son las prioridades que tenemos en ese proceso y que nos convoca a hacerlo en conjunto a favor de la paz, y que esto no sea un hecho mediático y que se quede en ello, sino generar un proceso en el que todos participemos.
¿Qué llamado hacerle al Presidente, quien seguirá con sus “abrazos, no balazos”?
—Respondería a lo que ayer y hoy también ha dicho, de sumarnos al diálogo social, y el diálogo social implica la escucha auténtica, y ésta implica cambios de postura, la búsqueda de lo que se tiene que cambiar de todos los que participamos en un diálogo; no se trata de un actor, se trata de todos los actores sociales y asumir la responsabilidad que nos toca a cada uno.
El camino es el diálogo y el ir encontrando juntos los caminos, ir haciendo los cambios que convienen al discernimiento conjunto, a ese diálogo conjunto que no es escuchar por escuchar, sino ir haciendo un consenso conjunto que implica cambios. Un auténtico cambio social no es la defensa de posturas, sino es el encuentro conjunto que puede variar muchísimo de la primera postura. No se trata de la defensa de posturas, se trata de una nueva sinergía en la que cada uno ponemos nuestra voz y pensamiento, nos dejamos interrogar también por posturas y razones que tiene cada actor para hacer lo que está haciendo y la escucha de todos [para] encontrar mejores estrategias, de eso se trata.
¿Qué buscan con esta Oración por la Paz?
—Lo que buscamos es la toma de conciencia, la reflexión, a veces quemamos las respuestas, no son fruto de una reflexión, a veces las respuestas son llevadas por lo que dicen las otras personas. Hay que tomarnos ese momento de autocuestionamiento personal y comunitario.
Buscamos reflexionar, profundizar y que nuestras respuestas sean más pensadas. Cuando hablamos de oración, hablamos de esa petición a nuestro Señor por la paz, una auténtica oración es un diálogo con Dios, donde él también nos habla.
¿En la carta también piden orar por los victimarios?
—Reconstruir y pacificar el país no se puede hacer sin los victimarios que, de alguna manera, hay razones por las que han caído en la delincuencia organizada (...) Sabemos que muchos no han querido estar ahí, han sido secuestrados (...), presionados o amenazados.
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