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A lo largo de Latinoamérica hay distintas expresiones culturales que países lejanos entre sí pueden compartir en su día a día. Sin duda, la música es uno de los factores que menos barreras encuentran a la hora de pasar un momento de diversión, por lo que en este aniversario de su nacimiento, recordamos al Rebelde del acordeón, Celso Piña.
Mientras el maíz, el cacao o el aguacate pueden dar lugar a discusiones para afirmar que la cocina de uno u otro país presume más méritos, o debates sin fin sobre si es preferible decir aguacate o palta, las cumbias son un legado común que sólo desata fiesta y baile.
Nunca está de más recordarlo: los latinos tienen fama de fiesteros, y no es descabellado pensar que eso contribuyó al éxito del regiomontano. Esta ocasión toca dar un vistazo a la trayectoria del acordeonista que revolucionó la cumbia para compartirla con el mundo.
Sin querer, un tuit fue su despedida
Este día EL UNIVERSAL quizá publicaría una nota por el festejo 71 del cumpleaños del pionero de los sonideros, quien por desgracia falleció a los 66 años el 21 agosto de 2019.
El último concierto de Piña fue a mediados de julio de 2019, en el Surf Music Fest de Acapulco. A pesar de ello, es difícil evitar la sensación de que la despedida del bravo y regio acordeonista fue un tuit de 2017.
La música del barrio triunfa donde haya barrio
Este músico tenía talento para atrapar la atención con su entusiasmo al teclear el acordeón, pues cuando interactuaba con el público arrancaba gritos de alegría que estallaban al mismo tiempo que metales, cuerdas y tambores de “su Bogotá”.
Sin embargo, para los conocedores resalta más la versatilidad que tenía para cantar y tocar entre distintos géneros musicales, sin mencionar la capacidad que demostró para fusionar géneros y llevarlos de un lado a otro.
Piña, quien creció en el barrio regiomontano de la colonia Independencia, hizo un esfuerzo significativo en su tarea de introducir la música tropical a los neoleoneses.
El productor mexicano Camilo Lara comentó en 2019 a El País que el cariño de un público que se encuentra desde el sureño Estados Unidos hasta los confines de Sudamérica, así como el respeto de artistas de tantos géneros distintos, se traduciría en el éxito de los experimentos musicales de Piña, tanto con público como con creadores.
En sus inicios, los medios habían intentado invisibilizarlo y omitirlo, de acuerdo con antropólogos de Colombia. Quizá por eso es que, simpático pero siempre rebelde, aquel último tuit insistía en que nadie se resiste a la cumbia.