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Por “haber asesinado a cientos de estudiantes en 1968”, en internet existen cuatro peticiones para quitar los nombres de los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez a aeropuertos, calles y avenidas, así como esculturas en Tijuana, Baja California; Puerto Vallarta, Jalisco; Irapuato, Guanajuato, y en Saltillo, Coahuila.
Además, en Jalisco exigen retirar la escultura de Marcelino García Barragán, ex secretario de la Sedena en 1968, de la Rotonda de los Jalisciences Ilustres.
En la plataforma del portal Change.org, internautas han creado desde 2016 peticiones para que las autoridades de esas ciudades remuevan los nombres de los ex mandatarios y los sustituyan por “verdaderos héroes de México”.
Con el título “Cambiar el nombre del Aeropuerto Internacional de Puerto Vallarta Gustavo Díaz Ordaz”, Cristian Hernández creó esta petición dirigida al Grupo Aeroportuario del Pacífico porque afirmó que todos los mexicanos “sabemos cuál fue el mayor legado del ex presidente: la masacre, planificada y ejecutada a sangre fría”. Se suman a la petición del Comité 68 que desde hace una década la incluyó en sus demandas al gobierno federal.
Para reemplazar el nombre del aeropuerto, el solicitante propone como alternativas usar “México 1968”, “2 de octubre” o el nombre de Javier Barros Sierra (ex rector de la UNAM en el 68), José Revueltas (escritor y activista del movimiento estudiantil) o de Heberto Castillo (profesor universitario encarcelado por su participación en el movimiento).
La petición también exige retirar el busto de Díaz Ordaz, localizado a las afueras de este mismo aeropuerto.
“Salvador G” lanzó en 2016 en ese portal una petición a las autoridades de Tijuana, Baja California, para quitar el nombre de Boulevard Gustavo Díaz Ordaz y sustituirlo por “Boulevard Aguascalientes Sur”, porque afirma que “es hora de dejar de honrar la memoria de una persona que legitimó la violencia con fines políticos. Por su propio bien, Tijuana no debe permitir la glorificación de la violencia”. Hasta el momento, la petición virtual suma 900 firmas.
En Irapuato, Guanajuato, el colectivo Académicos por la Democracia solicita al gobernador de la entidad que la avenida Gustavo Díaz Ordaz cambie de nombre y sea sustituida por “avenida de los Maestros”, como “un mínimo reconocimiento a la labor en pro de la educación, la cultura y el desarrollo social que conlleva la tarea de ser docente en este México tan lastimado por la intolerancia, la impunidad y la corrupción”.
Manolo Jiménez, habitante de Saltillo, Coahuila, solicita el apoyo de firmas para que el Periférico Luis Echeverría de esa ciudad cambie de nombre porque asegura que el ex mandatario fue “corresponsable de la masacre de estudiantes en 1968 al fungir como secretario de Gobernación de Díaz Ordaz. Un traidor como él puede tener su nombre en calles y avenidas ¡Por esto y más eliminemos su nombre de la principal avenida de Saltillo, Coahuila!”.
Shantal Abrego pide al Congreso de Jalisco remover la escultura de Marcelino García Barragán, ex secretario de la Sedena en 1968, de la Rotonda de los Jaliciences Ilustres, por su participación en los hechos del 2 de octubre de 1968.
“Marcelino García Barragán no se merece una estatua en la Rotonda de los Jalisciensces Ilustres. Ahí están las cenizas de nuestros héroes estatales y él no lo es. Quitar la estatua es hacerle justicia a nuestros muertos”, asegura.
Ayuda a recuperar la memoria
Las iniciativas para cambiar los nombres de calles e inmuebles de funcionarios acusados de reprimir a los jóvenes que participaron en el Movimiento Estudiantil de 1968 representan una oportunidad para recuperar la memoria y la verdad, así como darles su lugar a las víctimas de la represión del Estado mexicano, afirmaron especialistas.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Pablo Romo Cedano, académico e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que una sociedad civilizada honra a aquellos hombres y mujeres que han hecho cosas destacadas, pero no a a quienes cometieron crímenes. “Todo proceso de justicia transicional y de recuperación de la verdad y memoria son importantes para exaltar a las victimas, y no a quienes han creado genocidios o han asesinado. Es importante hacer un cambio de las nomenclaturas de muchas calles, porque de alguna manera es una infamia para la población, es una afrenta”.
Aseguró que al cumplirse 50 años de los hechos “es buena oportunidad, una buena señal, para que México se convierta en un país civilizado y muestra de esto sería cambiar los nombres de estas calles e inmuebles públicos”.
Consideró que México debe aprender de otras naciones que han llevado a cabo acciones similares, porque “es una manera de empezar a saldar las heridas de un país que tiene muchas y que es indispensable, porque no solamente desagravia a las víctimas, sino a una nación que ha vivido muchas infamias. Es importante cambiar este tipo de nomenclaturas infames que denigran la democracia a la que aspiramos”. Alberto Solis, profesor de Historia en la Universidad del Claustro de Sor Juana, señaló que estas iniciativas forman parte de una apropiación de su historia y que conecta dos aspectos importantes, porque “por un lado recupera la memoria de estos hechos funestos, pero también nos permite entender la situación de violencia y muerte que vivimos al día de hoy en México”.
Aseguró que además de cambiar los nombres, estas acciones pretenden dar un nuevo sentido a las calles, porque “las personas proponen retirar los nombres de personajes que han sido acusados de asesinos y cambiarlos por nombres como ‘México 68’ o ponerle los nombres de activistas que fueron reprimidos”.
Ignacia Rodríguez Márquez , La Nacha, ex brigadista de la Facultad de Derecho en el movimiento estudiantil, y actualmente integrante del Comité 68, aseguró que la demanda del cambio de espacios públicos que tienen los nombres de los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez ha sido una demanda que el Comité ha mantenido desde hace 10 años, porque es una burla a la memoria de los jóvenes reprimidos en 1968 y 1971.
“Cuando se cumplieron los 40 años del 68, nosotros en el Comité 68 exigimos que las calles y colonias que tuvieran esos nombres se cambiaran porque, ¿cómo es posible que lleven los nombres de estos asesinos de compañeros que cayeron antes, durante y después del 2 de octubre? Es una burla que nuestras calles honren a esos criminales llevando sus nombres y apellidos. Es una lástima que nuestro país no tenga memoria y tengamos hoy, a medio siglo de ocurrido, lugares que los reivindiquen”, afirmó.
La Nacha, quien fue encarcelada en la cárcel de mujeres de Santa Marta en 1968, indicó que 2018 debe ser el año en que se cambien estos nombres “y se sustituyan por otros. No necesariamente en referencia al movimiento de 68, podrían ponérseles nombres de nuestros próceres de la Independencia, de la Revolución Mexicana, o algún hombre o mujer destacados de nuestro país”.
La también sobreviviente de la Plaza de las Tres Culturas aseguró que a pesar de que en la Ciudad de México no existen monumentos dedicados a los dos ex mandatarios, existen placas en las que se leen sus nombres, “por ejemplo, dentro de la estación Hidalgo del Metro hay una placa muy grande, como de un Metro, en la que en letras mayúsculas y doradas está el nombre de Gustavo Díaz Ordaz y cada vez que la veo se me revuelve el estómago y me dan ganas de ir a quitarla yo sola”.
Rodolfo Echeverría, encarcelado en Lecumberri en 1968 por su militancia comunista y quien hoy mantiene una demanda contra el Estado mexicano por este hecho, afirmó que el cambio de nombre es urgente porque “es hora de que se le dé el lugar que merecen a las víctimas del movimiento de 1968 y el que todavía existan lugares que lleven los nombres de esos presidentes es una locura que sólo pasa en México. Por lo que le hicieron a los jóvenes inocentes, eso en cualquier país merecería el repudio”.