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A un año del programa social estrella de la administración de Andrés Manuel López Obrador —el cual da 5 mil pesos mensuales a agricultores por cultivar dos hectáreas y media de terreno—, ellos y otros de los más de 230 mil beneficiarios de Sembrando Vida cuentan historias de semillas dadas después de la temporada de lluvias, falta de agua, siembras en sequía, plantas muertas, falta de insumos, de herramientas y tala de árboles.
Sembrando Vida —según se lee en documentos internos de la Secretaría de Bienestar a los que EL UNIVERSAL tuvo acceso vía transparencia y que apoyan los testimonios recabados— sigue un patrón de improvisación.
Entre los mayores problemas reconocidos están la falta de plantas de árboles maderables y frutales, de insumos, materiales y herramientas para viveros, así como técnicos y beneficiarios que no siguen las directrices, y para los que no existe un mecanismo de expulsión, y un padrón poco transparente de quienes son apoyados.
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Mientras, en el acta de la segunda sesión extraordinaria del 21 de octubre de 2019 se reconoce que sólo se pudo ejercer 66% de los recursos destinados a “adquisición de herramientas, materiales e insumos para viveros, biofábricas y de uso general.
“La proveeduría fue rebasada por las cantidades que el programa ha requerido (...) situación que la investigación de mercado y diversos acompañamientos ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no reflejaron, (...) y no se tiene la certeza de que se pueda adjudicar el resto de los bienes, debido a la falta de proveeduría y la incapacidad de la existente de proporcionar productos en tiempo y forma.
“En algunos casos [hay] bienes que no cuentan con las características y especificaciones señaladas (...) situación que genera que no se alcancen los objetivos y metas del programa, por lo que la problemática se repetirá o incrementará a medida que [éste] extienda su cobertura”, se expresa en el texto.
Testimonios
En marzo de 2019, un mes después de su puesta en marcha, Armando Cruz se hizo parte de Sembrando Vida.
El agricultor con casi una década de experiencia cuenta que al principio les repartieron cerca de 200 árboles para sus hectáreas; sin embargo, esta cifra bajó después y los técnicos les dijeron que serían ellos mismos, los beneficiarios, quienes adquirirían, con su dinero, las plantas y las semillas.
“He gastado hasta mil 500 y mil 800 pesos mensuales, entonces me quedan 2 mil 700 o 2 mil 800 para vivir [durante] ese mes. Realmente es poco, no se vive con eso, pero los técnicos nos obligan a dedicarnos al 100% al programa, y no podemos trabajar en otra cosa”.
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De este modo, “no se [lograron] atender con oportunidad las necesidades identificadas en su totalidad para iniciar la operación del programa Sembrando Vida en las ocho entidades federativas (Campeche, Chiapas, Durango, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán), [el cual] permitiría dotar a los sujetos de derecho de las herramientas, materiales e insumos”, dice el acta, que propone como solución la entrega de más apoyos económicos directos a los representantes de las Comunidades de Aprendizaje Campesino.
Aunque se solicitó, vía transparencia y en repetidas ocasiones, el padrón de beneficiarios dividido por mes, con las bajas y sus motivos, la Secretaría de Bienestar no dio los datos concretos.
La única forma de seguir la temporalidad son los informes trimestrales del programa: en su primera entrega se habla de 54 mil beneficiarios atendidos al 31 de marzo de 2019, dos meses después del inicio del programa, en febrero. La cifra sube a 212 mil el 30 de junio y a 225 mil el 31 de diciembre.
En el acta de la primera sesión ordinaria del comité técnico, celebrada el 24 de junio de 2019, se habla de que “hay un número de sujetos de derecho y de técnicos sociales y productivos que han incumplido con las obligaciones establecidas, a los cuales se les debe dar de baja del programa”, además de que no se había contemplado forma para hacer esto con “un mecanismo ágil, democrático y justo”.
Debido a esto, se preguntó a la Secretaría de Bienestar sobre los documentos y el resto de información contenida en este reportaje. Su respuesta fue que hay una supervisión constante de los técnicos y que no se tolerarán actos de corrupción; asimismo, indicó que se darán a conocer nuevos datos el próximo jueves, en la conferencia vespertina de Palacio Nacional.
Datos desconcertantes
De acuerdo con Gustavo Sánchez, de la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales, donde se agrupan 40 grupos agricultores forestales de 16 estados, “hay varias informaciones confusas respecto al programa, una de ellas es cómo se forman los padrones de beneficiarios.
“No hay una convocatoria pública ni queda claro con qué criterio se hacen, [tampoco] hay una evaluación externa de cómo la están eligiendo. La tradición de usar los apoyos de combate a la pobreza de manera clientelar es un problema”, subraya.
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Por otro lado, Sánchez señala que no es claro si Sembrando Vida es un programa contra la pobreza, de reforestación o asistencia ambiental.
Otro de los conflictos, puntualiza, son, como reflejan los documentos, las plantas para lograr los objetivos: “Al año, México produce planta de calidad suficiente para 20 mil hectáreas, entonces pretender plantar 500 mil en un año sin haber dedicado el ciclo biológico anterior a producir los insumos necesarios... Los que llevamos tiempo en el tema forestal sabíamos que no iba lograrse, que tener planta de calidad no se improvisa”.
En 2019, el objetivo de la Secretaría de Bienestar era cosechar 575 millones de plantas y árboles, pero sólo se lograron 80 millones. Los argumentos fueron el incumplimiento de la oferta de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y factores climáticos.
No obstante, según varios testimonios, hay quejas contra los técnicos: “Unos académicos nos contaron que dejaron de asesorar al programa en los criterios de selección de promotores y técnicos después de que ver que no les hacían caso y se tomaban criterios de tipo político y pago de favores.
“Nos contaban, por ejemplo, que uno de ellos era un licenciado en Psicología sin conocimientos forestales (...) Situaciones así se están dando y, como no hay información disponible, no sabemos si son excepción o norma”, lamenta Sánchez.
Los técnicos, señalan múltiples beneficiarios de los estados de Campeche, Tabasco y Yucatán, les solicitan a los sembradores dinero por diversos motivos. Raúl Esteban, de Campeche, explica que “a veces hay que dar cooperación de 200 o 100 pesos”.
Hasta agosto de 2019, de acuerdo con datos de la Secretaría de Bienestar obtenidos vía transparencia, había en todo el país mil 150 técnicos productivos. Además, había 230 facilitadores, encargados de capacitar a los técnicos.
“Cuando nos llega el apoyo de Sembrando Vida, a veces sale esa rutina de que hay que cooperar para comprar esto o lo otro. Lo que haga falta, pues”, asegura Esteban.
El programa, según sus lineamientos, debería entregar al sujeto de derecho “los insumos necesarios para desarrollar el programa agroforestal en su unidad de producción”.
Otra beneficiaria de Tabasco, quien pide permanecer en el anonimato, cuenta que el programa mandó dinero para hacer una biofábrica, un baño y un riego para su vivero: “Se tenía el dinero, pero luego nos dijeron que ya no estaba, que teníamos que apoyar para hacer la biofábrica”, asegura.
En Tabasco también trabaja Charly López, de 25 años, quien cuenta que los técnicos le piden 50 pesos mensuales por beneficiario, supuestamente para comprar insumos; sin embargo, señala que nunca se ha hecho un corte de caja, y siempre que falta algo les solicitan otra cooperación.
“Nadie cuestiona nada porque vivimos amenazados de que nos van a sacar del programa. Damos el dinero para evitarlo”, expresa.
“En una visita que hicimos para inspeccionar los trabajos en una comunidad de la sierra del Totonacapan observamos que estaban deforestando un cafetal y varios cedros”, cuenta Sergio Rivera, de la organización Calixaxan, de Veracruz.
“Los campesinos que iban conmigo me dijeron que lo que estaban haciendo era ‘sembrando muerte’, que las personas estaban talando esas parcelas para poder entrar al programa”.
La anécdota de Rivera es una de las tantas que ha habido en algunos municipios en los que está activo Sembrando Vida y los potenciales beneficiarios han talado y deforestado parcelas para conseguir el apoyo.
No obstante, las denuncias han sido negadas desde la administración, y el nombre de ‘sembrando muerte’ también lo usan algunas organizaciones locales de Felipe Carrillo Puerto, en Quintana Roo, donde, para levantar el vivero militar se taló una parte de la selva, como demuestran imágenes históricas de satélite. En ese mismo estado, expusieron quejas de la Sociedad de Ejidos Forestales de Quintana Roo, se talaron casi 10 mil hectáreas de selva.