San Salvador, El Salvador.— Katerin Valeria y Joselin Esmeralda son dos salvadoreñas que se ganan las vida en las calles de esta capital. La primera vende fruta en una carretilla en el Centro de Gobierno y la segunda torea automóviles y motos, porque sobrevive limpiando parabrisas.
Ambas escucharon que su compatriota Victoria Salazar perdió la vida por la brutalidad de policías de Tulum, Quintana Roo, México, el 27 de marzo.
Pese a los peligros y el destino de su compatriota que vivía como asilada en México, ambas comparten el sueño de Salazar: tener un futuro diferente y mejorar las vidas de sus familias fuera de El Salvador.
Katerin Valeria, transexual e integrante de la comunidad LGBTI del país, comenta: “Me enteré del caso de Victoria. Fue demasiado, porque todos merecemos una oportunidad y nuestra compatriota estaba luchando por salir adelante y fue demasiado con los policías. ¿Por qué la mataron?”.
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Aún es de mañana, el sol apenas se asoma en un cielo gris, pero el termómetro marca 29 grados centígrados. Pese a las imágenes donde Victoria es sometida por los policías, que dieron la vuelta al mundo en las redes sociales, Katerin Valeria dice que ha pensado en seguir sus pasos y salir de su país.
“Estoy viendo si me voy, porque cuando aquí es invierno allá es verano, ya no crece el río Bravo, pero sí me estoy pensando ir. Aquí me dedico a la venta de frutas y verduras y se gana poco”.
Cerca de la Catedral Metropolitana de El Salvador, en medio del bullicio del tránsito previo a la hora del almuerzo (14:00 horas, tiempo local), Joselin Esmeralda Aragón trabaja.
Joselín es una jovencita de 21 años, delgada, de apariencia frágil, que desde pequeña vivió en carne propia todo tipo de abusos y vejaciones.
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Cuenta que ha pensado irse a Estados Unidos, pero no tiene los recursos necesarios y además tiene un miedo enorme a sufrir el mismo destino que Victoria Salazar, porque también es madre de dos niñas.
“He escuchado de Victoria, una muchacha salvadoreña que murió por miembros de la justicia. Ese es mi pavor de irme a otro país con ganas de querer progresar, pero terminar mal. Mi principal miedo es perder a mis hijas”, asevera.
Comenta que el año pasado un amigo suyo la invitó a dejarlo todo para irse a Estados Unidos, pero no se animó y supo que su conocido no pudo pasar porque por la pandemia de Covid-19 cerraron todos los puntos de la frontera de Estados Unidos con México.
Marcadas por abusos y vejaciones
Aunque ambas se llevan 16 años de diferencia, las vidas de estas dos salvadoreñas han estado marcadas por los abusos y las vejaciones.
La historia de vida de Joselin es escalofriante. Desde niña ha vivido un infierno. Conoció a sus padres hasta los 14 años, cuando encontró a su verdadera madre; su padre la abandonó sin ninguna razón. Vivía en las calles.
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La historia de Katerin Valeria estuvo a punto de tener su fin hace dos meses, pues en febrero pasado un grupo de homófobos intentaron matarla.
Ambas piensan en emigrar hacia el norte en busca de una mejor calidad de vida, lejos de la violencia.