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El ciclo de vida de las personas transexuales está marcado por la discriminación, mientras que para los miembros de la comunidad LGBTTTI la situación continúa siendo muy desigual, afirmó Alexandra Haas Paciuc, presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

En entrevista con EL UNIVERSAL con motivo del Día Internacional para la Tolerancia, reconoció que en el país aún faltan muchas cosas por hacer para que todos puedan alcanzar el pleno respeto de sus derechos, por lo que es necesario trabajar en el desarrollo de una política pública.

¿Podría decir que los mexicanos somos tolerantes?

—Creo que esa respuesta tiene todo que ver con la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017.

La tolerancia es un paso previo a la inclusión, previo a abrazar las diferencias, pero es como lo mínimo indispensable para poder coexistir.

Creo que se mide muy bien la intolerancia en la encuesta sobre discriminación cuando vemos prejuicios y estereotipos como los que tenemos en contra de las personas lesbianas, trans, extranjeras, jóvenes, adultos mayores, personas con discapacidad y mujeres.

¿Considera que la sociedad es más tolerante actualmente hacia la comunidad LGBTTTI?

—Me parece que es muy desigual, vamos a publicar próximamente los resultados de la Encuesta Sobre Orientación Sexual e Identidad de Género, te puedo adelantar que son lacerantes en el sentido de que muchas personas [LGBTTTI] no muestran afectividad en público porque se sienten discriminadas, tienen mucha conciencia de que son miradas de una forma discriminatoria, posiblemente tratadas con actitudes que pueden llevar hasta la violencia.

Pienso que si bien se han hecho esfuerzos y ha habido resultados importantes, como decisiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, algunas políticas públicas en materia de salud, en procuración de justicia, la verdad es que el avance sigue siendo incipiente y la transformación social que se requiere para que las personas LGBT puedan vivir en paz y con acceso a sus derechos es larga todavía.

Respecto a las personas transgénero, ¿cuál es la situación?

—Es muy difícil, el ciclo de vida de las personas trans está marcado por la discriminación.

Vemos que tenemos como sociedad apego a los roles de género, que las niñas que nacieron biológicamente niñas se vistan de cierta manera y hagan ciertas cosas, y los niños hagan otras cosas, y la verdad nos está costando mucho trabajo recuperar esa idea.

Las personas trans, por la afirmación de su identidad y su derecho al libre desarrollo de la identidad, presentan un desafío para la sociedad, en el que las responsabilizan los sesgos y los prejuicios que tienen las otras personas.

Hay un estudio importante del Instituto Nacional de Psiquiatría Mexicano que señala algo que puede parecer obvio, pero que no precisamente lo es, las personas trans muchas veces sienten ansiedad y depresión, pero no es por ser trans, sino por vivir en un mundo en el que se les juzga por serlo. No debería ser así.

Las personas trans están simplemente reafirmando su personalidad, tienen derecho a vestir como quieran, a tener la identidad que quieran, a cambiarse el género y el nombre sí eso es lo que desean.

¿Qué falta por hacer para alcanzar el pleno respeto a los derechos del otro?

—Muchas cosas, nosotros estamos haciendo mucha investigación, generando datos, haciéndolo visible, que nos parece que es un primer paso importante. Lo primero es conocer el fenómeno y todavía en México hay mucho por saber y desarrollar en términos de acceso a los derechos de los distintos grupos de población.

Hay que desarrollar políticas públicas, institucionalidad y legislación para que los derechos de todos estén resguardados.

Después hay que hacer trabajo preventivo, educativo y de divulgación con la sociedad. No hay que dejar de insistir que tanto la política educativa como los contenidos en los medios de comunicación pueden ser vehículos muy poderosos para combatir la discriminación.

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