Édgar Ortiz señala que llegó caminando a la Basílica de Guadalupe desde Chilchotla, Puebla.

Salió el 5 de diciembre y ayer arribó al templo mariano para dar gracias por distintos favores recibidos.

“Venimos aproximadamente 40 caminando y 20 personas más entre choferes y cocineras”, detalla el peregrino en el atrio de la Villita.

Precisa que la peregrinación es una tradición que han cumplido desde hace más de 40 años y recuerda que “ya voy peregrinando 11 años. En primer lugar doy gracias a la Virgen porque todos estamos bien en mi familia, nos ha dado muchas cosas”.

Comenta que sin duda le inculcaría esta tradición a sus hijos y destacó que es maravilloso estar frente a la morenita del Tepeyac.

“Al caminar siento gusto y emoción, es un sentimiento que no se puede explicar, cada quien lo entiende a su manera. Para mí es la alegría”, recalca.

Con lágrimas en el rostro, subraya que la Virgen de Guadalupe lo representa todo. Subraya: “Para mí es todo”.

Édgar indica que cada ciertos kilómetros detenían su camino para descansar, tomar agua y recargar fuerzas para llegar al Cerro del Tepeyac. Sus pies ya padecían los estragos de la larga caminata.

Cada uno de los integrantes de esta peregrinación portaban una playera azul marino con la imagen de la Basílica y de la Virgen morena.

De Chilchotla a la Ciudad de México hay una distancia aproximada de 244 kilómetros, por lo que al llegar al templo los peregrinos descansan un día y posteriormente regresan a sus comunidades.

Olvidan cubrebocas

Miles de fieles olvidaron el uso del cubrebocas, aunque el riesgo de contagio de Covid-19 es latente. Édgar dijo que no usó, pues va hincado y la mascarilla le impide respirar bien.