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Sara Montenegro tiene 61 años, vive en Baja California y en 2020 le diagnosticaron cáncer de mama, pero se atendió en un hospital privado. Por la pandemia, no podían recibirla en el IMSS; enfrentó una recaída e hipotecó su casa por 500 mil pesos para solventar los gastos.
Montenegro es jubilada del Instituto Mexicano del Seguro Social y en 2020 le diagnosticaron cáncer de mama. Tomó la decisión de atenderse en el sector privado para operarse y recibir quimioterapias, con un costo de 200 mil pesos.
Tras la noticia del carcinoma, “no pudieron atenderme en el Seguro Social por la pandemia y tuve que buscar atención”, recuerda. Buscó tratamiento en un particular, donde se realizó la cirugía y cuatro sesiones de quimioterapia, gasto que cubrió un seguro privado.
“Pedí un préstamo en lo que llegaba el pago del seguro contra el cáncer”, comenta, y continuó su medicación en el Seguro Social de Tijuana. “Era carísimo, ya no tenía dinero”, señala.
En la clínica de Tijuana del IMSS continuó su tratamiento, al ya no tener dinero. Ahora, cada mes debe tomar exemestano por cinco años. “A veces no hay y lo tengo que comprar. Ya van como cuatro veces que no me surten la receta”, subraya.
Sara superó el cáncer de mama, pero tuvo una recaída. Al sentirse mal, acudió en agosto del año pasado con un proctólogo, quien le comunicó el resultado: cáncer en el recto. “Vas a necesitar quimio y radio”, enfatizó el doctor.
Cabe destacar que Sara denunció que el acelerador lineal de la clínica del IMSS en Baja California no sirve, a pesar de que se llevó a cabo la inauguración simbólica del aparato el pasado 3 de agosto, a la que acudió Zoé Robledo, director general del IMSS, junto a otras autoridades del sector Salud.
“Pensaba iniciar mi tratamiento, pero en el seguro me dijeron que no había radiación... No te dan opciones, decidí buscar en el sector privado”, indica.
Trabajadores de la clínica en Baja California comentaron a Sara que probablemente en diciembre de 2023 estaría en funcionamiento el acelerador, pero ya hay una lista de espera considerable de pacientes y hasta la fecha no sirve el aparato. El costo total del tratamiento oscila en 260 mil pesos y gasta 2 mil 250 pesos semanales para trasladarse a Tijuana, es decir, 9 mil pesos al mes.
Sara pensaba viajar a Estados Unidos para mejorar su calidad de vida y lograr un mejor servicio de salud, pero requería dar un pago inicial de 100 mil dólares para el tratamiento, así que lo descartó.
Asimismo, al conocer otras historias de pacientes con cáncer conoció a la abogada Andrea Rocha, quien apoya a pacientes con cáncer. “Por ella supe que me tenían que pagar lo que he gastado, tengo fe en que ella me ayude a recuperar lo que he pagado”, dice al dejar en claro su gran impotencia y tristeza.