Brenda vende fruta y sándwiches en la esquina de Reforma e Insurgentes. Pese al Paro Nacional de Mujeres , convocado por distintos grupos feministas, este día asistió a realizar su trabajo de manera cotidiana, pero hubo una diferencia abismal: vendió la mitad de sus productos.
“Aquí nos damos cuenta de que sí consumen más las mujeres que los hombres, puede ser que ellas sí desayunen, o que los hombres sean más tacaños, pero me voy a casa sin mi día completo.”, dice un poco triste.
Brenda tiene cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. Tres van a la escuela en la tarde y su hijo la acompaña a vender sus desayunos a un puesto pequeño que le dejan poner sobre la banqueta. Hoy regresa a casa con más fruta y jugos que no pudo vender.
“Me levanto a las cuatro de la mañana para poder llegar aquí a las cinco. A veces a las diez ya estoy terminando y hoy me voy con menos. No me molesta que paren, pero si dejo de vender un día, mis hijos no comen, soy madre soltera, imagínate”, relata.
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Levanta su puesto poco a poco, su hijo le ayuda a guardar los yogures y la fruta. Brenda terminó un día de venta atípico, no llevará a sus hijas a la escuela y se pregunta qué se pondrá a hacer con ellas en la tarde. “Seguramente veremos televisión”,
termina.