Tania Sánchez y Alex Castillo se conocieron en tiempos de pandemia, a través de redes sociales. Cuando se hicieron novios, nunca imaginaron que se convertirían en activistas a favor de los derechos de personas con discapacidad (PCD). Desde sus plataformas denuncian las malas condiciones, falta de accesibilidad y discriminación que viven todos los días.

“Una vez me dijo Tania: ‘no quiero hacer tu noche rara, pero quiero contarte algo’, me explicó su y para mí fue como si me hubiera dicho: ‘traigo el cabello pintado de rosa y no sé si tengas un problema con los cabellos rosas’. Desde que nos conocimos en persona, no nos hemos vuelto a soltar”, cuenta Alex a EL UNIVERSAL.

Tania es ilustradora, diseñadora gráfica y activista; mientras que Alex es productor audiovisual. Desde 2021 crean contenido para visibilizar la condición de discapacidad, poco a poco han ganado batallas en contra de lugares que se dicen inclusivos, pero no lo son.

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La pareja de activistas denuncia la falta de condiciones en calles, cines, museos y más espacios para personas con alguna discapacidad. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL
La pareja de activistas denuncia la falta de condiciones en calles, cines, museos y más espacios para personas con alguna discapacidad. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL

Cuando su amor traspasó la pantalla y comenzaron a salir, Alex conoció un mundo paralelo que no toma en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad. Actividades como asistir a conciertos, ir a restaurantes o al cine son un reto para usuarias de sillas de ruedas como Tania, pues la infraestructura y capacitación es deficiente en casi todos lados.

“Empezamos a tener este choque de realidades que yo ya tenía en mi día a día, él se enojaba cuando ocupaban espacios de estacionamiento para personas con discapacidades y lo grababa, pero se quedaba para él, fue a finales de 2021 empezamos a crear contenido”, recuerda Tania.

La gota que derramó el vaso, cuentan, fue en una cita en el Instituto Nacional Electoral (INE) porque llegaron y enfrentaron diversos obstáculos: las banquetas estaban totalmente invadidas por comercio, había motocicletas y carros en doble fila y las calles estaban llenas de hoyos, lo que impide el estacionamiento y libre acceso para la silla de ruedas de Tania.

“Dentro de las oficinas del INE hay un protocolo, que de nada sirve cuando a tu alrededor no está adaptado para recibir a nadie que tenga una condición de discapacidad o de un adulto mayor. No se necesita sólo un protocolo para que te pasen primero, se necesitan más cosas, entonces ese fue nuestro primer video, pedimos accesibilidad segura y digna para personas con discapacidad”, explican.

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Otro momento de lucha fue con el Auditorio Nacional, que cuenta con una zona para PCD; sin embargo, llegar a esta es difícil, porque no hay entradas exclusivas y aunque cuenta con una rampa, la zona tiene escalones y es peligroso porque hay flujo de personas en toda el área.

“El personal nos decía: ‘permítame porque les tienen que ayudar a pasar’. Y nos cuestionamos si el área es accesible, debería ser la más fácil de llegar, hay sillas que pesan 75 kilos o 195 kilos, más el peso de la persona, se vuelve inseguro no sólo para ella, sino para quien carga. No es posible que te vendan esto como accesible, luego hicimos un contenido relatando lo que pasó”, dice Alex.

Aunque fueron contactados por el recinto, el proceso fue muy largo, pues argumentaban que no se podían hacer modificaciones a la zona porque es Patrimonio de la Humanidad. Así pasaron los meses, hasta que el caso llegó a la Secretaría de Cultura.

“Una persona con discapacidad está lejos de tener un privilegio; llegamos al Auditorio y vimos que lo que querían presumir como accesibilidad no lo era. Estamos en una zona sísmica que en cualquier momento va a pasar algo y nadie va a venir por nosotros”, lamenta Tania.

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La activista afirma que es complicado acceder a derechos básicos como la salud y educación, pero como persona con discapacidad es aún más complicado acceder a entretenimiento y a la cultura. En sus redes también han señalado la falta de infraestructura en los cines.

“Platicamos con Cinépolis y ha habido algunos cambios, la verdad es que la mayoría son reacios porque implica presupuesto, 22 millones de personas con discapacidad en México son clientes potenciales. Es un círculo vicioso de la accesibilidad, o sea, no ponen accesibilidad porque no van personas con discapacidad, pero no van porque en realidad no hay las condiciones necesarias para ellas”, explica Alex.

Con los años, descubrieron que gracias a las redes pueden mejorar las condiciones para las personas con discapacidad: “han sido de verdad un escudo y un arma muy poderosa, logramos más con las redes que por el camino de las instituciones”, concluyen.

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