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Señoras y señores, muy buenas tardes
Es un gran honor para mí recibir el día de hoy el reconocimiento a mi trayectoria profesional que me entrega el capítulo México de la World Future Society, cuya mesa directiva preside mi gran amigo Julio Millán Bojalil. Muchas gracias querido Julio y muchas gracias a todos los honorables integrantes de la mesa directiva.
La distinción que me otorgan reconoce la labor que he realizado durante más de 50 años al frente de uno de los medios de comunicación más importantes de nuestro país: EL UNIVERSAL, El Gran Diario de México, y tiene un especial significado en estos momentos en el que el futuro de los periódicos se debate entre las profundas transformaciones que han propiciado las nuevas formas de comunicación social y las complicadas realidades políticas de nuestras naciones.
Para nadie es ajeno ya que las tecnologías de la información y las redes sociales han modificado radicalmente al mundo, en especial la manera como nos comunicamos y relacionamos, así como la manera en que se divulgan las noticias.
Cuando comencé mi carrera profesional hace más de medio siglo, no nos hubiéramos imaginado que el futuro era este presente en el que la información cambia cada segundo, pero en el que, también, proliferan las noticias falsas y la integridad de personas o de instituciones puede destruirse con una simple y rápida cadena de mensajes en las redes sociales.
Se trata ahora de un mundo en el que somos presas de las corporaciones tecnológicas que conocen nuestro hábitos, determinan nuestras modas y que parecieran sumirnos en la banalidad informativa. Un mundo que impulsa el consumo y donde, como dijo nuestro gran escritor Carlos Fuentes: “las mercancías son bienvenidas y los seres humanos son rechazados.”
Por eso es tan importante que una agrupación como World Future Society dedique sus esfuerzos al análisis y reflexión sobre el futuro de nuestras sociedades.
Es muy valioso que miremos desde el presente las capacidades científicas y tecnológicas del futuro como una herramienta extraordinaria para el ser humano, pero en las que es indispensable defender, con ideas novedosas, que una sociedad no se construye a partir de las expectativas del mercado o de la frialdad de las tecnologías, sino siempre a partir de las esperanzas, de la naturaleza y de las necesidades más sensibles del ser humano.
A lo largo de mi vida profesional, mi empeño fue que EL UNIVERSAL hiciera buen uso de las nuevas tecnologías para ponerlas a servicio de la información y de la verdad.
Primero busqué que nuestro diario contara con los mejores recursos técnicos para su versión impresa y en eso fuimos vanguardia en México desde los años setenta del siglo pasado; pero más tarde entendimos los desafíos del porvenir y nos convertimos en el primer Diario de México que incursionó en el mundo de la información digital, y eso nos ha convertido en el periódico que ha mantenido el liderazgo más sólido de lectores en su versión online.
Se dice fácil pero la versión digital de EL UNIVERSAL ya tiene 50 millones de usuarios únicos cada mes. Una cifra verdaderamente excepcional. Y lo más valioso es que lo hemos hecho sin alterar la información veraz y siempre dando espacio a la crítica fundamentada.
Anticipamos el futuro de la información, pero hemos defendido siempre la tradición la verdad. Y esto es muy importante recordarlo ahora, porque el futuro le depara a México desafíos verdaderamente excepcionales.
En el ámbito social, es necesario reconocerlo, no nos imaginábamos tampoco hace años que nuestro presente iba a encontrarnos atacados de forma despiadada por una pandemia, que nos muestra igual de indefensos que frente a aquellas pandemias que en la antigüedad hicieron desaparecer a una gran parte de la humanidad.
Y en cuanto a nuestro país, jamás esperamos verlo sometido a los niveles inconcebibles de violencia que sufrimos hoy, ni con las profundas divisiones que nos tienn enfrentados unos contra otros, en medio de una de las peores crisis económicas que hayamos vivido, y con niveles de intolerancia que han hecho creer que es un delito decir la verdad y que han creado un clima que ha vuelto a la labor del periodista en una de las profesiones más peligrosas.
Yo siempre he creído en las grandes virtudes del periodismo. He repetido muchas veces que creo que no hay un oficio que tenga mayor nobleza, pero que a la vez exija tanta responsabilidad y compromiso. Un periódico es un instrumento social que se involucra con la ciudadanía; que recoge sus demandas, sus necesidades y sus causas y les da espacio y les pone rostro. Y en EL UNIVERSAL ejercemos nuestra tarea con esa alta responsabilidad.
Sabemos valorar la libertad de expresión y el derecho a la información, por los años y generaciones que nos ha costado contar con esos dos emblemas indispensables de la salud democrática de una nación.
Hoy que me honran con este tan apreciado reconocimiento, quiero decirles que ese es el empeño que defiendo frente a ustedes: el de seguir trabajando por México; el de defender a nuestro país que no debemos olvidar que es el único que tenemos, que es donde reposan nuestros ancestros y que es el que heredaremos a nuestros hijos.
Que después de medio siglo de trayectoria me siento con las fuerzas y la pasión suficientes para pelear de nuevo por un futuro de libertades para México, donde todos tengamos derecho a decir lo que creemos sin ser perseguidos o atacados por ello.
Donde la verdad, el pluralismo y el conocimiento fundamentado sean la forma de encontrar las grandes soluciones a nuestros problemas, no la voluntad o el capricho personal sino a partir del consenso meditado; y donde estemos convencidos que el destino de los mexicanos debe ser la prosperidad que dan la educación, la garantía del trabajo, el derecho a la salud, la indispensable seguridad.
Que nuestro compromiso frente al futuro sea que no dejemos nunca perder el destino magnífico que se merece un país tan grande por su interminable cultura, tan excepcional en sus riqueza humana, tan necesitado de todo nuestro mayor compromiso siempre.
Muchas gracias