A falta de una estrategia global en materia de Diplomacia Cultural de México para el mundo, las embajadas y consulados “se han dedicado a improvisar actividades para cumplir con los indicadores de gestión”, y a ocuparse del “rescate” de piezas mesoamericanas “patito” o falsas, salvo el caso del bajo-relieve el “Monstruo de la Tierra”, afirma Gerardo Ochoa Sandy, quien agrega que más allá de la campaña Mi Patrimonio no se Vende, al igual que el de Peña Nieto, “el de AMLO es otro sexenio perdido para la diplomacia cultural”.
Su análisis se suma al de otros exdiplomáticos y expertos en política cultural internacional, como Edgardo Bermejo Mora, Eduardo Cruz Vázquez y Diego Gómez Pickering, quienes coinciden en que éste ha sido un sexenio perdido en materia de diplomacia cultural, “el sexenio obradorista, y por ende la gestión de Marcelo Ebrard, ha sido el peor de la historia para la diplomacia cultural”, apunta Cruz Vázquez.
En enero de 2019, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador anunció con bombo y platillo la creación de la Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) —de rango superior a la extinta Dirección General de Asuntos Culturales— y que prometía un relanzamiento ambicioso e innovador en sus acciones, pero no ha cumplido nada, o muy poco.
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Incluso, dicen los expertos, el Mondiacult, que es lo único que han hecho en la materia y que es “por mucho el mayor reto que ha enfrentado nuestra diplomacia cultural en lo que va del siglo”, asegura Bermejo Mora, recayó básicamente en la Secretaría de Cultura y terminó en meras “florituras”, como lo califica Cruz Vázquez.
“La falta de una inyección significativa de recursos, la ausencia de un plan estratégico de rediseño institucional —más allá de la promesa de una gran transformación que nunca se concretó—, la organización de algunos eventos vistosos en Estados Unidos y Europa carentes de un sentido de continuidad e impacto a largo plazo, y los propios yerros y polémicas públicas en las que se vio envuelto Enrique Márquez, su titular, provocaron que en el último tercio del sexenio prácticamente desapareciera dicha Dirección Ejecutiva y que la diplomacia cultural de la cancillería se quedara a la deriva, sin conducción ni rumbo”, afirma Bermejo Mora.
Al hecho de no avanzar en materia de diplomacia cultural se sumó el escándalo generado en agosto de 2021 entre el entonces director ejecutivo de Diplomacia Cultural, Enrique Márquez, y el director del Instituto Cultural de México en España, Jorge F. Hernández, que no se ha cerrado, pues quedó a deber un informe sobre el conflicto que derivó en una crisis que marcará a la administración.
Gerardo Ochoa Sandy, quien ha sido agregado cultural en las embajadas de México en la República Checa y Perú y en el Consulado General de México en Toronto, asegura que el convenio de colaboración entre la SRE y la Secretaría de Cultura, anunciado por Marcelo Ebrard y Alejandra Frausto en 2019 en el Palacio de Bellas Artes, que fue “un pomposo ‘marco normativo para la generación de estrategias comunes de política pública’, que iba a ‘tejer una red de cooperación y promoción de las identidades culturales de México’, nunca se ejecutó. En tanto, el Consejo de Diplomacia Cultural, anunciado en ese mismo contexto, e integrado por 20 notables, ni a florero llegó”.
Incluso dice que ninguno de los proyectos de Márquez despegó. Y en la actualidad —a un año de que termine esta administración—, no hay nada de las siete propuestas del plan sexenal “La Diplomacia Cultural en México 2018-2024”; ni tampoco de los Proyectos de Diplomacia Cultural Digital; la revista bilingüe 9viento.org; el Sistema Regional de Diplomacia Cultural; el sitio diplomaciacultural.mx, y el Instituto Digital César Chávez para el Español en Norteamérica.
Edgardo Bermejo Mora, quien fue agregado cultural en la República Popular China y en Dinamarca, dice que el Instituto Digital César Chávez para el Español en Norteamérica no pasó de ser una página web con información variopinta y desarticulada. “Salvo muy contadas excepciones, se renunció a la posibilidad de nombrar agregados culturales experimentados en nuestras representaciones diplomáticas, e incluso a la organización en 2022 de Mondiacult”.
Eduardo Cruz Vázquez, quien fuera agregado cultural en Colombia y Chile, cita al menos cuatro elementos que dan cuenta del desastre: 1) La cacareada Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural no sólo navegó en la informalidad jurídica muchos años; el presupuesto disminuyó a niveles ridículos y es fantasmal en el orden internacional. 2) La relación con la Secretaría de Cultura ha sido un maquillaje. 3) Ratificaron la concesión al poderoso empresario Valentín Diez Morodo en la Casa de México. 4) Los pocos centros culturales en el exterior fueron menospreciados.
Diego Gómez Pickering, quien fue embajador de México en Reino Unido y cónsul general en Nueva York, dice que la diplomacia cultural “nunca ha tenido un presupuesto adecuado; es un área que financieramente siempre ha estado castigada y al tener un presupuesto tan acotado, se reduce su impacto en la política exterior” y se han quedado dando vueltas proyectos como las aperturas de centros culturales de México y mayor número de diplomáticos especializados en cultura.
Ante al futuro
Un grave problema, desde hace años —aunque se ha acentuado en la actual administración—, es la falta de presupuesto para esa importante área; y los dos últimos años se marcaron por la falta de voluntad para el nombramiento del nuevo titular tras la renuncia de Enrique Márquez. Eso ha llevado a una falta de directrices culturales a nivel internacional.
Ebrard no nombró sustituto para la Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural y ahora también Turística, el cargo lo ocupó el escritor Juan Patricio Riveroll, a quien señalan de no tener experiencia; y en la Dirección de Artes Visuales a Rafael Toriz López, “designaciones atribuidas a Beatriz Gutiérrez Müller”, apunta Ochoa Sandy. Lo cierto que hasta hace pocos meses se nombró, de manera “silenciosa”, afirma Bermejo Mora, a Riveroll. EL UNIVERSAL pidió entrevista con el funcionario, pero dijeron que su agenda está llena.
Bermejo Mora asegura que a lo largo del sexenio las representaciones diplomáticas de México continuaron en la organización incesante de eventos aislados de diversa naturaleza, con mayor o menor fortuna y visibilidad, “pero sin lograr articularse en un discurso común y una estrategia coordinada desde las oficinas centrales, en una suerte de orfandad derivada de la ausencia de liderazgo desde la SRE”, por lo que la instrumentación de una política integral para la diplomacia cultural de México quedó entonces como un pendiente incumplido en el sexenio 2018-2024.
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