Mientras a un estudiante de una universidad pública se le invierten, en promedio, 22 mil pesos anuales, a cada uno de los alumnos de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ), 26 mil, esto es, 18.1% más a pesar de que especialistas en educación consideran que esos planteles operan con deficiencias de infraestructura, de eficiencia y calidad.

“El Estado mexicano gasta más por alumno en estas seudouniversidades que en uno que asiste a una universidad pública. Los estudiantes de las Universidades para el Bienestar ya se dieron cuenta de que les tomaron el pelo”, dice a EL UNIVERSAL Marco Fernández, coordinador de Anticorrupción y Educación en México Evalúa e investigador en la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey.

Sostiene que las UBBJ enfrentan un serio problema de precariedad, porque en algunos planteles existe uno o dos maestros para todo el plantel y para toda la carrera.

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“Eso no puede llamarse universidad. Cómo es posible que con esas deficiencias la Cámara de Diputados decida castigar presupuestalmente a una serie de universidades públicas federales y estatales, para destinarlo a estas universidades”, comenta.

Señala que menos de la tercera parte de las 145 universidades Benito Juárez cumplen con los criterios que fijó este gobierno, de establecerlas, por ejemplo, en localidades de entre 15 a 45 mil habitantes o que estuvieran alejadas de centros urbanos.

“Esto retrata de cuerpo entero que es una tomada de pelo para los jóvenes. Ellos mismos ya se dieron cuenta, por lo que han estado manifestándose también por el tipo de educación que están recibiendo en estas instituciones. Por donde se le vea, estas universidades son un desastre”.

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Añade: “En esas seudouniversidades cada día está saliendo más pus, porque sus instalaciones son deficientes, no cuentan con el equipo necesario para la enseñanza de los alumnos, no es una educación de calidad y no hay una plantilla suficiente de maestros. Pero al gobierno y a la mayoría de la Cámara de Diputados les valió un pepino y le aumentan de manera sustantiva sin poder justificar por qué”.

Acorde con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2023, esas universidades recibirán mil 476 millones 399 mil 817 pesos, que representa un incremento de 42.2% con respecto a lo que percibió este año.

Raquel Sosa Elízaga, directora general del Organismo Coordinador de las UBBJ, anunció hace unos días que se pretenden realizar otros 55 nuevos planteles para garantizar el derecho a la educación a nivel superior.

“Estoy muy orgulloso del programa que dirige Raquel, el de las universidades Benito Juárez. Es uno de los mejores programas del gobierno, porque les da la oportunidad a miles de jóvenes de familias pobres, de terminar una carrera”, dijo en su habitual conferencia matutina el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y señaló, además, que “lo más importante de todo es el manejo honesto del presupuesto, porque es un ejemplo de cómo cuando se maneja el presupuesto con honestidad, rinde, alcanza”.

De 2019 a 2022, las Universidades para el Bienestar han recibido recursos que alcanzan los 4 mil 37 millones 876 mil 832 pesos. A cada estudiante de esos planteles se le da una beca mensual de 2 mil 400 pesos, que representa una erogación diaria de 109 millones 394 mil 400 pesos y mensual de 3 mil 281 millones 832 mil pesos.

De acuerdo con el portal de las UBBJ, existen planteles que cuentan con una treintena de estudiantes, es el caso de la que se ubica en Guadalupe Ocotán, Nayarit, que tiene 31 alumnos; la de Jopala, Puebla, y Tecolotlán, Jalisco, que tiene una matrícula de 44 jóvenes, y existen planteles que sólo cuentan con tres maestros para una matrícula de 166 estudiantes, como es el caso de la que se ubica en Navojoa, Sonora.

Exsecretario de Educación Pública en Sinaloa y profesor investigador en la Universidad Autónoma de esa entidad, Juan Alfonso Mejía considera que pareciera que a este gobierno sólo le interesa que los alumnos de las UBBJ se gradúen porque hay una promesa de trabajo que hizo el Presidente de la República.

“Es evidente que estas universidades no se concentran en la calidad de la educación. Lo que hoy les están ofreciendo a los alumnos es un tipo de oportunidad, que es más que nada una chamba y esa de ninguna manera es la aspiración de un joven”.

“Lo que uno quiere, es que los jóvenes tengan mayores oportunidades (...) Si nada más se abren universidades para matricularlos es una forma vil de engañarlos, porque lo que sucederá es que se van a graduar, pero no tendrán una posibilidad de integrarse a la fuerza laboral”, dice.

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