La crítica es ácida y de ese cáliz bebe Olga Sánchez Cordero, ante el pleno del Senado, donde la oposición reclama resultados al gobierno que representa la secretaria de Gobernación que tuvo que esperar una hora a que la mayoría formara quórum y pudiera comparecer.

Expresiva, cordial, Olga Sánchez Cordero, la senadora de Morena con licencia asiste a la Cámara Alta a un diálogo que se extenderá cuatro horas diez minutos, en el que plantea las tesis de la Política Interior y recibe el respaldo de la cuarta transformación legislativa y oye preguntas con filo de espinas del Bloque de Contención, y a la agudeza de posturas contesta directa y con claridad, echada para adelante.

Ha sido recibida por el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), Ricardo Monreal Ávila (Morena), y por la presidenta del Senado, Mónica Fernández Balboa.

Ha llegado a las 11:55 horas, cuando inicialmente estaba programada su comparecencia ante el pleno, a las 11:30 horas, pero en ese momento sólo había 45 registros de asistencia. Y a las 12:36 se dan por presentes 59 legisladores, curiosamente, el número que integra Morena. Seis minutos después, a las 12:43, la presidenta de la mesa directiva, Mónica Fernández Balboa, abre la sesión, con 76 integrantes; es decir, faltan 52 legisladores.

Por eso, la entrada de Sánchez Cordero, por el pasillo de la izquierda va deslucido, sin abundante arropamiento de flashes, abrazos, besos, selfies, que los hay, aunque pocos.

Casi al pie de la tribuna, la abraza Martí Batres Guadarrama (Morena), y ella agradecerá en su mensaje la colaboración brindada del legislador como presidente del Senado.

De rojo, la recibe en la mesa directiva, Mónica Fernández Balboa (Morena), y de verde, la vicepresidenta Guadalupe Murguía Gutiérrez (PAN). En un momento la formación de mujeres políticas en torno de la secretaria de Gobernación será contundente, con las senadoras secretarias Citlali Hernández Mora y Martha Guerrero Sánchez (Morena), Guadalupe Saldaña Cisneros (PAN) Verónica Delgadillo García (MC), Nancy de la Sierra Arámburo (PT) y Katia Elizabeth Ávila Vázquez (PES).

“Hemos dejado de ser floreros y somos decisorias”, dirá Kenia López Rabadán (PAN), en una intervención en la que subraya que a la secretaria de Gobernación, “la necesitamos fuerte, empoderada, inteligente”, y acusa que Sánchez Cordero desempeña el cargo en una “sistemática promoción de su renuncia, desde Morena, incluso”.

El tema de la violencia de género sobresale, y la senadora Verónica Delgadillo (MC), deplora que en este gobierno “se habla más de beisbol” que de esta situación.

En tribuna se ve a la primera secretaria de Gobernación en 194 años, institucional, resuelta, que habla con suavidad, agilidad, que ocupa tiempo en diplomacia con reconocimientos a senadores.

La priista Beatriz Paredes Rangel, con décadas de mover el abanico diplomático, en el mismo tono celebra el cuadro que está a sus ojos, una mesa directiva con ocho mujeres, y ellas se toman de las manos y alzan los brazos para la foto.

Error si alguien creyera que esta comparecencia iba a ser miel sobre hojuelas, como intentaron los legisladores de la 4T, y es Paredes Rangel quien con inteligencia y tacto hace pinole de Jaime Bonilla Valdez, el gobernador entrante de Baja California, a quien la priista llama “gobernadorcito”, audaz, cínico, frívolo. Con las yemas de los dedos, afina la puntería de su dardos.

Que “no me toca ser intromisora”, y que será la Corte la que resuelva, comenta Sánchez Cordero, pero con su estilo veloz, fuerte, sorprende: “suscribo todo, todo lo que dijo Beatriz Paredes”.

La compareciente responde a los reclamos vehemente, mira sus notas, abre y cierra sus brazos forma puños con las manos y sus dedos índices los mueve como rieles de sus pensamientos.

En la primera ronda de preguntas, que ha escuchado a la derecha de la presidenta del Senado, Mónica Fernández Balboa, la compareciente ha tomado notas, y pone la mirada en quienes cuestionan la Política Interior.

Su primera secuencia de respuestas, como la segunda, la cumple con la vista puesta más en sus papeles, y estructura sus comentarios a modo de satisfacer el motivo de la cita, el Informe presidencial y su apartado de Política Interior.

Puede verse reacción de dolor de Sánchez Cordero por la violencia contra las mujeres, que se da en la intimidad con sus parejas y que incluso llega al feminicidio, y ello tiene raíz en el sistema patriarcal, en actitudes misóginas, de tratar a las mujeres como propiedad personal de los varones.

Así concluye la primera parte de la comparecencia, y se abre un paréntesis de diez minutos. y a ello sigue una segunda ronda que coincide con la marcha por Ayotzinapa en progreso, en el Paseo de la Reforma, y que pasará por el Senado con su estela de violencia, antes de que ella concluya su presentación.

La panista López Rabadán sintetiza: Ayotzinapa es herida abierta en la conciencia de México con seis asesinatos, 42 heridos y 43 desaparecidos, y con investigaciones "cada vez más alejadas de la verdad".

Enérgica, López Rabadán, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, exclama: "Ya basta de fotos y discursos; ya pónganse a trabajar, no solamente pónganse la camiseta", alusiva a la tragedia.

Los panistas, a través de ella, dirigen un mensaje a Sánchez Cordero: "No caigan en la tentación de querer imponer a un subordinado".

Desde su sillón, a un lado de Fernández Balboa, Sánchez Cordero ocupa sus 20 minutos para responder la segunda batería de preguntas, y de pronto la cuarta transformación le brinda un aplauso, y al final, declarada concluida su comparecencia, de pie, inclinada hacia adelante, la senadora con licencia se despide: "Hasta pronto a todos: las puertas de Gobernación están abiertas a las senadoras y los senadores".

Y es acompañada a la salida y se retira por una ruta que rodea la marcha por Ayotzinapa infectada por anarquistas en acción sobre Paseo de la Reforma.

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