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Eran las 10 de la mañana del jueves y algunas dependencias federales como la Secretaría de Gobernación (Segob) lucían sin el tumulto de trabajadores al llegar. Adentro, la dependencia parecía una especie de oficinas fantasma, pocas personas acudieron a laborar luego de que el gobierno federal endureció las medidas contra el coronavirus (Covid-19) y permitió a sus empleados mantenerse en casa.
Sólo los departamentos considerados esenciales para el buen funcionamiento de esta dependencia tuvieron movimiento de personal, aunque en este caso la carga laboral también se redujo y la jornada fue tranquila.
Ese ambiente también se vive en las calles aledañas a la Segob, donde con frecuencia se llevan a cabo manifestaciones de distinta índole. En esta ocasión la pandemia también mandó a su hogar a los inconformes que suelen protestar frente al edificio de Bucareli.
Entre las contadas personas que acudieron a las instalaciones destacó Olga Sánchez Cordero, la titular de la dependencia, quien desde temprano se reunió con el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional y posteriormente se dirigió a su oficina.
Desde inicios de esta semana las reuniones multitudinarias en la Segob fueron postergadas como parte de la Jornada de Sana Distancia que durará hasta el 19 de abril. Por ese motivo también fue imposible ver a integrantes de organismos internacionales, funcionarios, empresarios y activistas que regularmente desfilan por el lugar.
Para prevenir contagios de Covid-19, “las reuniones con los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos el 26 de septiembre de 2014, fueron postergadas”, mientras la discusión del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense se realiza por internet.
También los encuentros que el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, tenía con las organizaciones sociales que se manifiestan en el exterior de la Segob fueron pospuestos como una medida sanitaria.
Hasta el cierre de la edición, la Secretaría de Gobernación todavía no había informado cuántos trabajadores se quedaron en sus hogares por instrucción del gobierno federal.
Imagen similar se apreció en las secretarías del Bienestar y de Salud, donde en las oficinas centrales se apreció el vacío por la ausencia de su personal.
Sin embargo, ambas dependencias se coordinaron para adoptar las medidas sanitarias y acciones administrativas necesarias para no frenar la entrega de programas sociales ni la atención a los enfermos.