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“Rosario Robles (Berlanga) nos traicionó por ambición, por dinero y por poder” es la tesis que ha sostenido el matrimonio René Bejarano-Dolores Padierna desde que en 2004 cayó en desgracia por los videoescándalos.

Hoy, 15 años después, “el azar” quiso que el juez Jesús Delgadillo Padierna, sobrino político de Bejarano, fuera el encargado de vincular a proceso a Robles Berlanga, por el caso de corrupción conocido como la Estafa Maestra.

“No hay rencor hacia ella”, reconoció Padierna apenas la semana pasada, “la verdad, tarde que temprano, siempre sale”. “Como dijo René, es chiva, pero no expiatoria”, sentenció el martes 13 de agosto, al conocerse que Robles pisó la cárcel.

Ese es el más reciente capítulo de una historia de encuentros y desencuentros de esos tres personajes, pero en la que ha dominado la rivalidad política.

La cúspide de esa confrontación, sin embargo, fue en 2004, cuando el entonces poderoso Bejarano, líder de los diputados capitalinos, fue grabado recibiendo del empresario argentino Carlos Ahumada, con quien Robles mantenía una cercana relación, fajos de billetes que sujetó con ligas.

Vendrían para él ocho meses de cárcel, la absolución de delito electoral, el trabajo casi en solitario, el reingreso como militante del PRD en 2011 y luego como dirigente del partido, para finalmente redimirse al integrarse a Morena, en 2018. Ahí se mantiene discretamente, siempre al lado de Padierna, quien no ha dejado de estar activa: diputada, senadora, secretaria general del PRD, y ahora diputada federal por Morena.

Mientras, Robles padeció su propio calvario. En 2004 exposición pública de su romance con Ahumada, acusaciones de propiciar la corrupción política y empresarial de gobiernos delegacionales con el empresario y escándalo de desfalco en el PRD durante su liderazgo.

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