Para Olimpia Montoya Juárez, buscar a su hermano Marco Antonio desde el 18 de marzo de 2017 ha sido una verdadera lucha, pero advierte que otras buscadoras llevan más de media vida tratando de localizar a sus seres queridos. Cada vez se siente más desanimada y le tiene poca confianza a las autoridades.

“Han pasado sexenios y promesas, lo lamentable es que no se cumplen. El trabajo de fue un discurso de campaña, él prometió acercarse a las madres, prometió hacer algo con esta crisis, pero la realidad es que no trabajó en el tema. No se dignó a recibir a ninguna madre y muchas, en diferentes etapas de este sexenio, tocaron a su puerta, hubo plantones afuera del palacio para que las recibieran y no lo hicieron”, denuncia Olimpia Montoya a EL UNIVERSAL.

Además, lamenta que López Obrador no recibió a las madres de Ayotzinapa, aun cuando lo había prometido solucionar; la buscadora dijo que en muchas etapas no les pusieron atención. Además, Olimpia opina que es muy lamentable que haya atacado a asociaciones que han sido grandes hermanos de la lucha de las personas que están buscando a sus desaparecidos.

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Marco Antonio Montoya Juárez desapareció en Guanajuato desde
el 18 de marzo de 2017. Foto: Hugo Salvador / EL UNIVERSAL
Marco Antonio Montoya Juárez desapareció en Guanajuato desde el 18 de marzo de 2017. Foto: Hugo Salvador / EL UNIVERSAL

A su hermano lo desaparecieron en Celaya, Guanajuato junto a su amigo Eduardo, quien se desempeñaba como elemento federal de Irapuato, relata. El caso continúa en la Fiscalía General de la República (FGR), sin embargo, ha avanzado muy poco.

“El año pasado estuve haciendo acciones que se tenían que haber realizado desde el inicio de la desaparición de mi hermano, como algo tan básico que es una buena toma de perfil genético, un cuestionario AM que son fundamentales. El trabajo no ha sido efectivo en la búsqueda de mi hermano. En marzo cumplirá ocho años como desaparecido”, reiteró.

La familia Montoya ha optado por buscar a Marco Antonio desde la fe, mientras que Olimpia de 44 años, lo ha buscado a través de acciones de búsqueda guiadas por un protocolo o por una ley. Sus compañeras del colectivo Proyecto de Búsqueda de Guanajuato y la gente que ha conocido mientras busca la han apoyado e impulsado a seguir.

“Nosotros somos nueve hermanos y la única que está haciendo estas acciones soy yo. Entonces, dejé de acudir a fiestas o si me invitan, ya no tengo espacio porque priorizó encontrarle. Y sigue habiendo mucha discriminación y señalamiento porque se dice el discurso de que ‘en algo andaban’. Y la realidad es que el fenómeno de desaparición es un fenómeno que no discrimina género, sexo, edad, ni estatus social”, cuenta.

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El hecho ocurrió en la Carretera 45, cruce de la Puerta de Oro del Bajío: “A Marco lo desaparecieron a sus 42 años, Marco no desapareció, Marco no se fue por su propio pie, a Marco lo desaparecieron y sí hay argumentos para decir que la desaparición de Marco y Eduardo es desaparición forzada”, dice.

Además del cambio de presidenta, Olimpia advierte que los cambios de personal en las dependencias, en lugar de sumar, restan. En Guanajuato, se cambia a alcaldes y gobernadora, por lo que esto representa confrontaciones para las buscadoras.

“En cuanto ellos tomen el mando, tenemos que enseñarles, decirles qué hemos hecho y qué no. Su argumento es que son tantos que no tienen la capacidad humana y no hay un seguimiento. Muchas veces hay peticiones que se hacen y se quedan en el aire; si no insistimos puede quedar como un papel que se envió, pero nunca se hizo un seguimiento”, lamenta.

Las autoridades cambian y la familia de Marco Antonio también. A siete años de su desaparición, sus hijas crecieron y ya hasta tiene nietos: todos esperan que regrese a casa con bien para recuperar los años que les fueron arrebatados tras la desaparición forzada.

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Olimpia ha acompañado la lucha de 187 familias buscadoras, que como ella, desean encontrar a sus familiares. En Guanajuato hay más de 4 mil personas desaparecidas, aunque se prevé que sean más, pues la buscadora refiere que en muchas comunidades hay temor a denunciar debido al crimen organizado.

“El fenómeno de desaparición en Guanajuato se empieza a nombrar en el 2020. Empiezan a alzar las voces las madres, empiezan a hacer la colectividad, aunque hay casos de larga data del 2009, del 2010, 2011, es hasta el 2020 que empezamos a articularnos como colectividad y se hacen movimientos para que se vote la ley a favor de los desaparecidos, para que se implementen las comisiones y todo lo que dicta la ley que no existía en nuestro estado”, recuerda.

Montoya no desistirá en la búsqueda, a pesar de la mala gestión de las autoridades, la falta de presupuesto, la soledad que implica y las afectaciones en su vida diaria: tanto en lo laboral como en su salud física y emocional.

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