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pedrovillaycana@eluniversal.com.mx
C uando María Luisa llegó a su casa el jueves 20 de diciembre por la noche, lo único que hizo fue dejar su bolsa en el sofá y llorar en su cama por el miedo y la incertidumbre de perder su trabajo, sentimiento que como ella, han tenido trabajadores en una de las oficinas que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) tiene en la Ciudad de México.
En entrevista con EL UNIVERSAL, la empleada, quien solicitó cambiar su nombre por temor a represalias, aseguró que no es miedo, sino terror sicológico lo que se vive en las oficinas del organismo federal que hay en el país, y que asegura, ha afectado a varios de los compañeros.
“El jueves hubo una crisis en el edificio donde trabajo, mucha gente lloró por los despidos, nos cayó de sorpresa. Yo hasta que llegué a mi casa entré en crisis, estaba muy asustada, lloré y no pude dormir pensando que al otro día también iba a perder mi trabajo, es como un terror sicológico. Gracias a Dios esto no ha ocurrido, pero no sabemos, desde los jefes más altos hasta los de base estamos preocupados”.
María Luisa detalla que las sospechas sobre un recorte de personal ocurrió la semana pasada cuando a parte de los empleados no le dieron su bono de año, “algo raro, porque siempre lo daban puntual y a todos. Eso creó malestar y mucha gente fue a preguntar, pero no decían nada”.
“El ambiente estaba tan pesado que una de las directoras iba a dar su mensaje de Navidad y de Año Nuevo, pero mejor lo cancelaron”.
La joven relata que las cosas “se pusieron más intensas” a inicios de esta semana, cuando les avisaron que nadie saldría de vacaciones.
“El jueves comenzamos a enterarnos que había gente que estaba siendo despedida, compañeros que siempre nos saludábamos, pero también nos comenzamos a informar que era en varias partes del país.
“Fue un plan maquiavélico el no dejarnos ir de vacaciones para notificarnos que algunos serían despedidos. Todo fue de volada. Entre los despedidos había personas con 10, 15, 20 años de trabajo, les faltaba poquito para jubilarse”.
Con voz entrecortada, María Luisa recuerda que desde la mañana de ese jueves los chat entre sus compañeros del SAT no paraban de emitir alertas de mensajes, lo que ayudaba a que la incertidumbre aumentara.
“Comenzamos a ver por videos que nos pasaban que varios compañeros en otros estados estaban siendo encerrados y obligados a firmar papeles. Fue algo muy triste”.
Un día después, el viernes 21 de diciembre, la mayoría de los trabajadores de esa oficina del SAT llegaron preocupados porque “pensábamos que nos correrían, pero ya no hubo más despidos.
“No sabemos si fue por las protestas que hicieron varios compañeros”.
Debido a que varias plazas han quedado vacías, la trabajadora señala que hay voces que afirman que serán ocupadas por becarios, “algo que no es justo, porque hay cosas delicadas que las necesitan hacer gente que sepa”.
A pesar de la incertidumbre que existe en el edificio donde labora, la joven comenta que se ha creado un clima de solidaridad, desde los puestos más altos hasta los más bajos.
“De verdad, esta situación nos ha fortalecido más entre compañeros, es un clima de solidaridad que no habíamos tenido nunca. Muchos de nosotros ni nos hablábamos porque estábamos en distintas áreas, pero con esto hemos tratado de apoyarnos y compartirnos información, para saber qué es lo que viene”.
Días después de los despidos, María Luisa afirma que el miedo sigue entre los empleados, “porque no sabemos si hoy martes nos reciban con un papel en el que nos notifiquen nuestro despido.
“Es algo que nos ha afectado mucho, incluso en la salud, por ejemplo, a mí en estos días se me ha incrementado el dolor de la colitis. Espero que esto termine, no quiero vivir con este clima de terror sicológico”.