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Ecatepec, Méx. — El amor se transformó primero en decepción y luego en miedo, temor a que la matara mientras estaba a su lado.
El desprecio que el marido de Gloria desarrolló contra ella lo llevó a quererla asesinar.
Un día que él llegó alcoholizado del trabajo, pasó de los insultos a los golpes y la aventó por las escaleras en la vivienda que habitaban en la colonia Ciudad Cuauhtémoc. Casi muere por la caída. En ese momento se dio cuenta de que si continuaba con él cumpliría sus amenazas de muerte.
Cuando se unió con su pareja lo hizo para toda la vida y con la convicción de que juntos formarían la familia que siempre anheló. La agresividad que él mostró con ella desde el inicio de su relación se acabaría con la llegada de los hijos, deseó Gloria.
Se equivocó. Tuvieron tres, y aun frente a los pequeños la agredía y humillaba. “India y fea” eran los insultos recurrentes que le gritaba su marido aun sin estar bajo los influjos de las bebidas alcohólicas.
El amor que ella le tenía la cegaba, confiaba que su esposo algún día cambiaría y se convertiría en el hombre que siempre soñó encontrar.
“¡Por qué no te mueres!”, le gritaba él a cada momento.
La amenazaba con abandonarlos a ella y a sus hijos. Gloria era la que tenía que arrodillarse y pedirle perdón por ofuscarlo. Una patada era la respuesta que recibía de su esposo.
La decepción amorosa se tornó después en un temor creciente que se apoderó de ella. “Ya no dormía, tenía angustia, terror de que me matara mientras estaba durmiendo”.
Luego pasó a estados depresivos. A una de sus hijas que presenciaba cómo era golpeada y denigrada por su esposo le dio un derrame facial, fue cuando se dio cuenta que no podía continuar en esa situación.
Enfrentó a su marido y le advirtió que no permitiría que la golpeara una vez más. Gloria tuvo el valor de dejarlo. Su vida cambió para bien, su salud y autoestima mejoraron porque sus tres hijos la apoyaron en esa difícil situación.
Otra mujer violentada. Ocho puntadas le dieron a Laura en el hospital porque su esposo la golpeó con el puño cerrado hasta que le hizo perder el conocimiento.
La acusó de engañarlo con otro hombre, pero el infiel fue él: tenía una amante que Laura descubrió.
El hombre la tenía “a piedra y lodo” en su casa. Laura fue alejada contra su voluntad de familiares y amigos porque su marido le evitó tener cualquier relación. No la dejaba salir porque la celaba constantemente.
Así fue desde que eran novios. Cuando se casaron los celos y su agresividad aumentaron. La golpeaba y le inventaba que se había relacionado sentimentalmente con cualquier hombre al que trataba, por eso decidió encerrarla en su propia casa.
Cuando Laura se dio cuenta que él tenía una amante le reclamó y la respuesta fue un puñetazo que la envió al hospital.
Se dio cuenta de que él nunca la había querido y decidió terminar su matrimonio. Su esposo le advirtió que no permitiría que lo alejara de su vida, pero la denuncia que presentó en su contra por las lesiones que le hizo ayudó a que eso ocurriera.
Laura no regresaría a vivir con él. Ahora está sola y tranquila.