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Tras 10 horas de discusión y posicionamientos, la asamblea interuniversitaria, integrada por más de 48 escuelas de la UNAM, así como por la UAM, el IPN y la ENAH, consideraron que no basta con la suspensión de Teófilo Licona, encargado de la seguridad en la Universidad, sino que debe haber cambios más profundos.

En una asamblea a la que asistieron integrantes de organizaciones como de la CNTE y ejidatarios de San Salvador Atenco, hubo gritos y las viejas consignas. Coincidieron en expulsar y acabar con la totalidad de los grupos porriles, cumplir el pliego petitorio del CCH Azcapotzalco, así como la renuncia del director general de los CCH, Benjamín Barajas, y del rector Enrique Graue.

Por la noche, la Rectoría de la UNAM informó que fueron abiertas 24 escuelas y en otro comunicado aseguró que continuará proporcionando a las autoridades correspondientes los elementos que faciliten la identificación y detención de todos los responsables, tanto materiales como intelectuales, “de la artera agresión contra nuestros alumnos.

“Debe quedar absolutamente claro: la Universidad de la nación no va cejar en su empeño hasta erradicar a todo grupo que amenace la seguridad y la integridad de la comunidad universitaria”.

Hasta las 23:00 horas, la asamblea no terminaba de definir el pliego petitorio general.

En el auditorio Antonio Caso varios alumnos trataban de entrar y participar en la asamblea, en la que estuvieron los ex líderes estudiantiles del Consejo General de Huelga (CGH), Mario Benítez, Alberto Pacheco y Javier Fernández.

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