San José.— “Nicaragua es una cárcel, sin libertad de expresión. Yo estoy libre en México, pero temo por la seguridad de mi familia en Nicaragua. Temo por mi esposa y por mi hija, que son nicaragüenses, y por mis hermanos y mis familiares mexicanos o nicaragüenses que viven en Nicaragua. Yo me libré de 14 años de cárcel, pero mi familia sigue en Nicaragua”.
Así, locuaz, directo, inquieto, se expresa el arquitecto mexicano-nicaragüense Arnoldo Horacio Guillén Monterrubio, de 61 años, en una entrevista con EL UNIVERSAL luego de recobrar su libertad el sábado pasado, tras estar preso desde el martes anterior en Nicaragua por ser opositor político al gobierno de ese país.
Guillén Monterrubio está casado con la nicaragüense Sadia Fernández, con quien tiene una hija, Esperanza, de cuatro años, y que viven en Managua, al igual que tres de sus cuatro hermanos (Darwin, de 62; Joseth, de 59, y Érick, de 59) también mexicanos con sus respectivas familias.
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Su madre, Esperanza Monterrubio Rivera, mexicana de 85 años y viuda del nicaragüense Darwin Guillén Duarte —fallecido en 2019— reside en Managua. Osler, de 56 y hermano menor, radica con su núcleo familiar en Mérida, Yucatán.
“Claro que temo mucho por mis parientes en Nicaragua. Ha habido amenazas. Ahora se ensañan sobre mis familiares, que son personas honestas y trabajadoras, de origen mexicano y que no están vinculadas con nada de esto”, advierte, al reconocer que integra grupos opositores de esa nación.
“El que ha sido vinculado en esto soy sólo yo, pero por la responsabilidad de uno pues otros sufren consecuencias. Por eso es que estoy con mucha preocupación”, admite.
Al exponer que está “en la incertidumbre”, el arquitecto confía en poder llevar a su esposa y a su hija a México.
“Si Dios lo permite, en un futuro estaría viendo la posibilidad de hacerlo. Me hace falta la familia. Pero me he quedado sin empleo y tengo que ver qué hago en México con las posibilidades de sobrevivir. Es volver a empezar una vida nuevamente”, plantea Guillén Monterrubio.
“Por el momento, lo que quiero es recibir tratamiento sicológico. Me afectaron mucho cuando me interrogaban. Pasé casi sin dormir desde que fui capturado”, recuerda.
Acusado de distribuir propaganda opositora, Guillén Monterrubio fue detenido en la noroccidental ciudad de Corinto, llevado a Managua y sometido a intensos interrogatorios por la férrea política oficialista de prohibir cualquier expresión pública en su contra.
El cuestionado régimen del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, aceptó una solicitud del gobierno de México para liberar a Guillén Monterrubio y así lo notificó la embajada mexicana en Managua a la familia del arquitecto el viernes por la noche.
Guillén Monterrubio fue entregado el sábado en la tarde a la embajada y expulsado ese día en avión en vuelo directo de Managua a la Ciudad de México.
“La policía nicaragüense me llevó el sábado al aeropuerto como si yo fuera el peor criminal o narcotraficante, y en el aeropuerto me entregó a las autoridades mexicanas. Agradezco mucho la gran ayuda del gobierno de México para lograr mi liberación”, subraya.
En un despliegue policial de motociclistas, patrullas y efectivos, Monterrubio fue capturado el 18 de abril al cumplirse ese día el quinto aniversario del estallido en Nicaragua de masivas protestas antigubernamentales para exigir libertad, democracia y la renuncia de Ortega y Murillo. El gobierno, que empezó en 2007 y se prolongaría hasta 2027, rechazó las acusaciones de que lanzó una sangrienta represión con más de 325 muertos y centenares de detenidos.
Al relatar que viajó a Corinto como arquitecto a revisar obras de infraestructura, confirma que, como opositor, aprovechó el viaje para llevar calcomanías azul y blanco que entregó a dos mujeres que ahora están presas “y sufren tortura sicológica”. Esos colores emergieron desde 2018 como emblemáticos de los opositores para pedir libertad y democracia.
Después del arresto, los parientes de Guillén Monterrubio lo dieron por desaparecido y, desesperados por el temor de un desenlace fatal, acudieron a la embajada mexicana en Managua a pedir apoyo. Por sus gestiones, la representación diplomática reportó a la familia el jueves que el arquitecto estaba preso en una estación policial de auxilio judicial en Managua.
“La represión es tan fuerte en Nicaragua que uno no puede ni siquiera caminar en paz por una acera con la bandera nicaragüense, porque es azul y blanco. Eso es algo muy mal visto por el régimen”, explica.
“Los nicaragüenses de la tercera edad que protestan por la persecución religiosa son vapuleados por el régimen, que trata a las personas como si fueran terroristas por el simple hecho de estar contra el gobierno. A mí me trató como terrorista. No puedo callar ante las injusticias.
“Nicaragua carece de condiciones para vivir. A uno le cortan todos los derechos. Nicaragua es un país cárcel”, insiste.
Al subrayar que es fiel católico y seguidor de la Virgen de Guadalupe, Patrona de México, Guillén Monterrubio anuncia: “Mi ombligo está enterrado en Monterrey, Nuevo León. ¡Y claro que iré a visitar a Nuestra Señora de Guadalupe a agradecerle por mi libertad y a pedirle por el pueblo de Nicaragua ante el descontento que existe en ese país!”.