Con la intención de fortalecer la democracia y que los ciudadanos puedan exigir sus derechos, la organización Nosotrxs ha realizado diversas actividades durante casi tres años y su principal objetivo ha sido formar colectivos que defiendan los intereses de los sectores más vulnerables.

Mauricio Merino, coordinador nacional del organismo Nosotrxs, explica en entrevista con en EL UNIVERSAL cómo han apoyado a trabajadoras del hogar, personas con discapacidad, pacientes del sector Salud e iniciativas relacionadas con partidos políticos y transparencia.

El trabajo del colaborador de EL UNIVERSAL, así como el de su equipo, ya ha tenido un impacto en cerca de 90 mil personas de 27 estados de la República, bajo la idea de que los derechos humanos sólo pueden ser exigidos colectivamente, no de forma individual.

Mauricio Merino aclara que su movimiento no tiene interés de convertirse en un partido político ni tampoco la intención de vivir de los recursos públicos, ya que eso iría en contra de la convicción con la que se fundó Nosotrxs.

¿Por qué surgió Nosotrxs?

—Nostrxs es un movimiento que nace a partir del reconocimiento de las muchas vulneraciones de derechos que hay en México; nacimos denunciando que ante la vulneración de derechos y la presencia de intermediarios políticos que capturan el Estado es necesario convocar una revolución de conciencias para que la gente comprenda que para garantizar derechos es necesario organizarse, hacer colectivos, reclamarlos “en bola”.

Partimos de una filosofía democrática y pacífica que insiste en que el Estado, la democracia y el poder son nuestros, pero no hemos sabido utilizarlos con las instituciones y las leyes que ya tenemos.

¿Considera que Nosotrxs ya es un proyecto a nivel nacional?

—Tenemos representación en 27 estados del país, pero más allá de eso, lo que es importante es que encontramos patrones de vulneración sistemática de derechos, y eso ha derivado en la conformación de colectivos.

Los colectivos que han apoyado, ¿qué labor realizan?

—El organismo Nosotrxs, desde su creación, observó que una de las vulneraciones más graves es que los derechohabientes de los servicios públicos de salud no estaban recibiendo sus medicamentos, entonces empezamos a montar una plataforma electrónica hasta que se creó esta causa, que ya es nacional, con las organizaciones de pacientes que dramáticamente se han formado para obtener medicamentos de cáncer, fibrosis quística, hepatitis, VIH, esclerosis múltiple, entre otras enfermedades.

Otro caso es el trabajo en el hogar: las trabajadoras de éste —que en muchas ocasiones son mujeres indígenas— han trabajado en condiciones muy cercanas al esclavismo, entonces hemos ayudado a Marcelina Bautista, quien es fundadora de Nosotrxs y líder del sindicato nacional de trabajadoras del hogar.

Ahora vamos a apoyar a los distribuidores y repartidores de todo tipo que trabajan en empresas privadas y no tienen seguridad social y quienes con mucha frecuencia pagan por trabajar.

¿Hay algo que una todas las violaciones a derechos?

—Todos los casos se deben a una mezcla de ignorancia, de no saber que existe un derecho que está siendo vulnerado.

La gente no está consciente de tener esos derechos, cree que son dádivas o que el Estado le va a regalar dinero y no ha convertido en acción su conciencia de ser poseedora de derechos. Ése es el fondo del asunto.

La segunda cuestión que hemos observado es que, en efecto, tenemos una intermediación muy potente de grupos, partidos políticos y burocracias que capturan el otorgamiento de esos derechos para convertirlos en clientela y lo entregan como si les hicieran un favor y no como la garantía de un derecho.

¿Ha sido difícil convencer a la gente de exigir sus derechos?

—Ha sido complicado y apasionante, porque la gente va entendiendo poco a poco. Desde el principio el movimiento se propuso la pedagogía pública como herramienta, hacerla por todos los medios a nuestro alcance: pasar la voz, explicar que los derechos son algo que debe ser protegido, exigido y garantizado.

Hemos estado formando gente que pasa la voz, identificando vulneraciones de derechos en sus comunidades y organizando a distintas personas para que actuemos “en bola”, colectivamente.

¿Por qué tenemos esa cultura de creer que no tenemos derechos? ¿A quién beneficia?

—Beneficiaba a los poderosos. Es el régimen del PRI del clientelismo, el corporativismo, de los grandes líderes que representan a las grandes masas por sectores, trabajadores, campesinos, organizaciones populares y distintas variables; ellos “bajaban” beneficios como si estuvieran en el olimpo de los dioses; “bajaban” el dinero a cambio de obediencia, lealtad partidaria o disciplina política.

Se condicionaban derechos...

—Se condicionaba la amistad política y se volvió una práctica criminal ligada al voto: “yo te ayudo, pero vota por mí”. Por ello Nosotrxs no será partido político: vulneraría su propia filosofía. Lo único que queremos es que la gente tome conciencia de que la única posibilidad objetiva es que entiendan que tienen derechos que no están en duda.

¿Hay riesgo de que esto pueda seguir sucediendo?

—No es un riesgo, ya es un hecho. La cultura de la subordinación ha estado en toda nuestra historia, y contra eso votó la gente en un ejercicio de conciencia el 1 de julio de 2018, pero es tan potente esta cultura y esta idolatría que sigue vigente.

Ahora mismo, diría yo, hay una dinámica contradictoria entre el rechazo a ese pasado y su vigencia, su actualización con nuevas siglas, pero con una nueva narrativa del presidente López Obrador.

¿Esta revolución de conciencias se lograría en el corto tiempo?

—Eso no está fácil, pero en la medida en que los colectivos se sigan organizando y cada vez se una más gente, cada pequeño colectivo irá produciendo muchos más. Cuando empezamos, éramos un puñado de personas que compartíamos una filosofía y la necesidad de construir un espacio de conciencia social sin ser antipartido o antigobierno, porque no estamos en plan bélico.

¿Se consideran una especie de semillero de colectivos?

—Más que eso, Nosotrxs es un movimiento político no electoral, y eso es muy importante enmarcarlo, porque los que no nos quieren, los que se ven agredidos, se enfadan porque exigimos derechos, y la clase política mexicana no ve bien este tipo de movimientos, y el Presidente de México tampoco, porque cree que la sociedad civil es algo malo.

¿Qué retos ven a futuro?

—El mayor reto es el crecimiento. Hemos crecido mucho y muy rápido, pero el mayor reto es gestionar ese crecimiento sin renunciar ni perder el hilo conductor de nuestra filosofía y nuestro propósito; eso es fundamental que se siga entendiendo siempre: queremos hacer valer derechos con las instituciones y las leyes que ya tenemos.

Existe la idea de que la sociedad mexicana puede ser apática, ¿ustedes han visto eso?

—Tenemos una larga tradición clientelar, corporativa vertical, patriarcal y patrimonialista, y al final todas hablan de la misma subordinación de la gente hacia los poderosos; eso no ha cambiado, la tradición continúa vigente, así como el poderoso que regala u otorga, que es bueno según convenga. Esa tradición va a ser muy difícil cambiarla, pero hay que lograrlo.

¿Hay un terreno fértil para lograr esta revolución de conciencias?

—Muy fértil y difícil en el sentido de que el entorno es [complicado]. La presencia de los partidos políticos en este país es agobiante, porque se percibe en todos lados: el aparato político siempre está metiendo la mano, a veces sutilmente, a veces abiertamente, y es agobiante cómo México se ha construido a partir de esas poderosas presencias, entonces les cuesta trabajo entender que pueda haber un movimiento que se considere político, pero les advierta que no se encuentra interesado en sus puestos, sino en honrar los derechos de las personas.

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