Brooklyn, NY.— El tercer día del juicio contra Genaro García Luna buscó mostrar el monstruo que es el Cártel de Sinaloa, la cantidad de droga que circulaba hacia Estados Unidos, principalmente Nueva York, y cómo nada de esto habría sido posible sin el contubernio del exsecretario mexicano de Seguridad.

Por la Corte del Distrito Este de Brooklyn desfilaron hoy dos testigos cooperantes: Tirso Martínez Sánchez y Héctor Tolentino. Fuera de Martínez, la defensa optó por no interrogar a los demás testigos.

Pese a que el juez Brian Cogan decidió bloquear parte del testimonio de Martínez, que compareció desde el martes, por considerarlo un show, la Fiscalía lo interrogó ayer por su papel como responsable de introducir, vía transporte ferroviario, cocaína del Cártel de Sinaloa a tres ciudades: Los Ángeles, Chicago y Nueva York. Esta última quizá con la idea de mostrar cómo el cártel ha impactado el corazón financiero del país y el lugar donde se realiza el juicio.

Martínez habló de dos grandes decomisos en Nueva York y Chicago. Pero esa fue la vía a través de la cual la Fiscalía intentó mostrar el alcance de la colusión de las instituciones mexicanas con el narco y, puestos en ello, indirectamente, la colusión del propio García Luna, dado que el juez Cogan había señalado que no había material suficiente para establecer un vínculo directo entre testigo y acusado.

Así, la Fiscalía interrogó a Martínez, conocido por haber comprado cuatro equipos de futbol en México antes de ser acusado por narcotráfico, sobre si sabía de los supuestos sobornos a la Policía Federal, la Militar, la Judicial y la Municipal. Martínez contó que estaba preocupado por la posible incautación de la droga y que dos miembros del Cártel de Sinaloa lo tranquilizaron diciéndole que todas las instituciones mexicanas de seguridad estaban compradas.

En una de esas ocasiones, el capo Vicente Carrillo le dijo: “No sea miedoso, cabrón”, y le habría asegurado que Ismael El Mayo Zambada tenía ya todo arreglado.

Martínez mencionó a un oficial en León, Guanajuato, a un capitán en Chiapas y un comandante en Guadalajara a quienes habría pagado sobornos para que dejaran pasar la mercancía. Sin embargo, la defensa de García Luna logró sembrar al menos dudas sobre los intereses detrás de las declaraciones del testigo.

La audiencia concluyó con el testimonio del narcotraficante Héctor Tolentino, quien vendía la droga en Nueva York.

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