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El duelo por un animal de compañía se asemeja al de un ser querido. Esto se debe a que, en muchas ocasiones, estos animales son considerados como un miembro más de la familia. Son nuestros amigos, compañeros de vida e incluso pueden fungir como terapeutas. El amor que nos brindan es inmenso, y su ausencia deja un profundo vacío, señaló Beatriz Glowinski, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Mencionó que pese a que en México se tiene una tradición de honrar a la muerte, hablar sobre ella puede generar incomodidad. El tema del duelo ya es delicado de por sí, y más aún cuando se trata del fallecimiento de un animal de compañía, y agrega que es habitual que se busque minimizar este dolor, dado que para muchos, un animal es visto como algo reemplazable.
“Muchas veces, este tipo de duelo es menospreciado. Es común escuchar comentarios como ‘puedes comprar o adoptar otro’, ‘sigue adelante’, sin entender el significado que ese animal tenía para la persona. Para evitar malos comentarios, quienes viven este proceso optan por no compartir sus sentimientos, lo que puede resultar perjudicial a largo plazo”, afirmó.
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Según la académica, es fundamental abordar este duelo, ya que no es raro que los dueños desarrollen sentimientos de culpabilidad. Tras la muerte del animal, piensan que no ofrecieron el amor y cuidado necesarios, aunque sí lo hicieran.
“Si la causa de la muerte es una enfermedad, puede surgir el pensamiento de: ¿Por qué no actué antes? o ¿Por qué no lo llevé al veterinario con antelación? Si se trata de un accidente, como un atropello o envenenamiento, surge el reproche de no haber sido lo suficientemente cuidadosos. Sin embargo, la situación más dolorosa es cuando se toma la decisión de sacrificar al animal, aunque se busca su bienestar y evitar más sufrimiento, se tiene la sensación de estar cometiendo un acto cruel. Quienes lo viven de esta manera, pueden cargar con ese dolor y culpabilidad durante mucho tiempo”, comentó.
Glowinski mencionó que es importante hablarle con sinceridad a un menor de edad que sufre la muerte de una mascota de compañía.
“A menudo, para proteger a los niños, se evita hablar directamente sobre la muerte, lo que complica explicarles la partida de un animal de compañía. Beatriz Glowinski opinó que es esencial ser más directos en estos contextos, mostrarse sinceros y confiar en la capacidad intelectual y emocional de los niños para procesar esta información.