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Morena cumple hoy cinco años como partido político, en medio de disputas internas. El festejo de hace un año —cuando casi alcanzó carro completo al ganar Presidencia, gubernaturas, mayoría en congresos federal y locales— aún sigue, pero ahora se acumulan reclamos y problemas antes soterrados.
Así lo revela el crítico diagnóstico que sobre Morena hace su presidenta nacional, Yeidckol Polevnsky, quien admite falta de respeto a las reglas internas, injerencia de funcionarios de gobierno en el partido, tentación de líderes partidistas de meterse en decisiones gubernamentales y fuego amigo en las filas del partido guinda.
Hoy no hay institucionalidad y ni los dirigentes conocen o respetan el estatuto, “les cuesta mucho trabajo apegarse a reglas, leyes, la institucionalidad, hay compañeros que tienen ocurrencias” en la forma de conducción, expone en entrevista con EL UNIVERSAL.
Pero ese no es el único problema. “Otros compañeros que están en el partido quisieran estar en el gobierno” y actúan como si fueran funcionarios; “está costando mucho trabajo que lo racionalicen” y cambien, dice.
A ellos se suman “muchos, demasiados, que no cortan el cordón y están en el gobierno, pero no quieren sacar el pie del partido”, dice en referencia a Gabriel García, exsecretario de Organización y hoy coordinador de los delegados estatales del gobierno federal.
Polevnsky pone ese como ejemplo de injerencia en decisiones del partido, pues lo señala de mantener en su poder el padrón de militantes de Morena, de 3.1 millones de miembros y cuyo destino se desconoce.
Partido y gobierno “tenemos que tener una distancia; si [bien no es] ilegal, es un tema no sólo ético sino estético, se ve muy mal”, advierte.
Algunos más, acusa, organizan tribus como si siguieran en el PRD, y hay quienes quieren imponer el corporativismo “y dicen: ‘Es que yo traigo a tantos’, y pues no. Aquí cada quien vale sólo por uno”.
No faltan tampoco “enemigos internos que lucharon porque a Morena le fuera mal” en las pasadas elecciones del 2 de junio. Pero, festeja, “el partido se mantiene fuerte electoralmente, pues aun sin Andrés Manuel López Obrador en la boleta o como dirigente nacional, ganó” Puebla y Baja California.
Y, remata, ahora “están todos planeando ser candidatos a dirigir al partido”, dijo en referencia a tres que buscan sucederla en la presidencia partidista: Bertha Luján, Mario Delgado y Alejandro Rojas Díaz Durán.
Pero, ataja, sin convocatoria de por medio es irregular que anden de gira, contratando hoteles, salones y sin que se sepa quién paga.
Hace cinco años, el 1 de agosto de 2014, entró en vigor la declaratoria emitida por el Instituto Nacional Electoral (INE) para la constitución de Morena como partido político nacional, así que Polevnsky hace un diagnóstico partidario del primer lustro morenista, que remata con optimismo.
“Creo que estamos en la infancia” como partido y sería peor que hubiera apatía, así que “sólo vamos a tener que ir con el tiempo convenciendo a la gente de que si caemos en los vicios que tienen otros, vamos a destruir este proyecto”, aunque admite que por querer poner orden es vista como “enemiga”.
“Sin gravedad”
Como ella, analistas políticos ven normal la situación de Morena, pues apenas está en formación, según opinan Luis Carlos Ugalde, director de la consultora Integralia; José Antonio Crespo, analista político e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), y Javier Santiago Castillo, exconsejero del Instituto Nacional Electoral (INE) y académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Sin embargo, Ugalde es tajante al señalar que no hay crisis de partido, porque Morena no lo es.
“Es un movimiento con registro de partido, pero en vías de constituirse políticamente en uno con estructura bien definida, disciplina, unidad, liderazgo, y una estrategia clara, independiente del Presidente y que su éxito trascienda la popularidad de éste”, define.
Para serlo requiere además sentido estratégico, patrones de reclutamiento consistentes, y “una vocación política y electoral que trascienda la figura del Presidente, pero hasta el momento éste es el profeta, el cacique, el líder indiscutible y esa figura tan abrumadora [podría causar que] sea como el PRI durante muchas décadas, un apéndice del gobierno”, concluye Ugalde.
Para Crespo, lo que hoy vive el partido guinda es lo que vivió el PRI, el PAN o el PRD (que nunca superó esa etapa), pues al principio no hay institucionalidad ni reglas muy definidas, aunque se tengan estatutos.
Las normas y formas de llegar a acuerdos se fortalecen con el tiempo, pero mientras, “son partidos caudillistas que en realidad responden a un líder, en donde éste puede tomar decisiones de manera arbitraria. Y ahí donde él no se impone y deja ciertas decisiones al partido surgen algunos conflictos”, que es lo que ocurre hoy con el relevo de la dirigencia e incluso con las salidas del gabinete presidencial.
Morena “recuerda un poco al PRI porque nació un poco aceptando a todas las corrientes”, aunque el partido guinda aceptó a las extremas izquierda y derecha, “o sea que la gama morenista es superior a la que tuvo el tricolor y eso aumenta el grado de conflictividad” por imponer la agenda.
Por eso, refiere, los conflictos mostrados con las salidas de Carlos Urzúa de Hacienda o de Germán Martínez del IMSS “y a lo mejor eso se va a reflejar en la lucha por la presidencia del partido, donde hay bolivarianos, gente del antiguo PRI, moderados, evangélicos; López Obrador tiene una visión bíblica que no todos comparten en Morena y lo que se verá es una lucha de cada corriente por imponer su punto de vista”.
Pero Crespo tampoco ve una crisis insostenible, pues Morena “tiene más fuerza y oportunidad de institucionalizarse porque ya es gobierno y debe tener más responsabilidad que un partido de oposición. Estar en el poder le puede ayudar a su institucionalización, aunque tendrá los conflictos del reparto del poder y las candidaturas”.
También el exconsejero electoral del INE Javier Santiago Castillo ve con normalidad la situación de Morena.
“Que tenga una institucionalidad frágil no significa que está en crisis”, expone, lo que ocurre es que “Morena es una coalición multicolor, hay quienes vienen de la izquierda histórica, del PRI, del PAN, de distintos orígenes, y esto ha dificultado el proceso”.
El analista político de la UAM considera que en todo caso una escisión interna sí podría ser importante para el futuro partidista, pero no la ve en el horizonte, aunque el proceso de relevo de la dirigencia nacional ha confrontado a personajes de ese partido.