Como ocurre en el Parlamento Inglés o en el Capitolio, aquí la mayoría sigue órdenes, y es implacable con la oposición.

Morena, la fuerza mayoritaria que opera en el Senado de la República, tiene poder demoledor y con su dinamita hará estallar el Seguro Popular.

Sin cambiar, como suele decirse, ni una coma a la minuta que llegó de la Cámara de Diputados, se implanta en el escenario de las instituciones el nuevo Instituto de Salud para el Bienestar, Insabin.

La orden es tajante, que se apruebe sin cambiarle nada. Y en cuatro horas, con 67 votos, la Cuarta Transformación cumple su destino.

A este debate se ha dado acceso a un grupo de padres de niños enfermos de cáncer, y que tienen preocupación porque los servicios médicos los puedan recibir de forma continua.

El ala que defiende el proyecto, encabezada por el presidente de la Comisión de Salud, Miguel Ángel Navarro —uno de los morenistas que cuenta con el respeto la estimación de todas las bancadas—, ha señalado que esta es la respuesta del gobierno de Andrés Manuel López Obrador al derecho a la salud de casi 75 millones de personas que no tienen acceso a servicios médicos públicos.

La contraofensiva, en la que el PAN tiene senadores muy activos, advierte que la oferta del instituto se trata de un sueño guajiro.

Se advierte que no hay dinero que alcance para el servicio universal de salud, esto es, disponer de médico, farmacia, enfermeras y quirófanos para todo paciente de toda enfermedad.

Con esta reforma pasará a mejor vida el Seguro Popular, y con esto ya no habrá fondo para gastos catastróficos, que hoy es la fuente de esperanza de atención médica para miles y miles de enfermos que requieren tratamientos con costos fuera del alcance de la capacidad económica de la familia.

La votación en lo general, a la que sigue un debate de tres horas igual de estéril, desploma los ánimos de los senadores más activos del PAN y PRI, que ven venir desastres por un equivocado diseño de institución.

Martha Márquez Alvarado (PAN), que en la Legislatura se ha significado por su bebita en brazos durante los trabajos legislativos, está decidida a influir en la discusión.

El estrés de estar en el Senado, repelente a sentimientos, marca la expresión de los padres de familia. Sus rostros tienen un rictus de alerta sin pausa, de cansancio en segundo plano, que saca fuerzas de flaqueza.

Ahí andan y oyen cómo se decide el futuro del Seguro Popular, que es la tabla de salvación en el naufragio, en su necesidad de atención médica para su hijo o hija.

“Ni es seguro, ni es popular”, ha dicho Miguel Ángel Navarro Quintero, desde que se invistió como senador por Nayarit, y cree en el nuevo horizonte, sin márgenes a la corrupción.

Márquez Alvarado, en tribuna, se desespera en el intento de mover los sentimientos de la asamblea, pero sólo sacude sus propias emociones, y brotan lágrimas de sus ojos y silencio de su garganta.

Margarita Valdez Martínez (Morena) dice que la panista habla en modo de llanto, y sus dichos lastiman a los padres de niños con cáncer, que reprochan al Senado ser insensible, sordo a propuestas que hagan mejor la reforma.

Se ven en una situación peor a la que tenían con el Seguro Popular malo.

Esta noche, Morena cumplió su destino, demoler lo que había antes.

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