Las mujeres con discapacidad sufren violencia de género agravada porque habitualmente son despersonalizadas, cosificadas e invisibilizadas, al no contar con espacios incluyentes para su existencia, detalló Jen Mulini; sin embargo, su activismo es una luz en la senda que abre paso a la visibilización de las mexicanas en su entorno.
Nostálgica, la también creadora de contenido narró a EL UNIVERSAL como un accidente le quitó la posibilidad de caminar, pero la cargó de valor para alentar a otras mujeres a poner en el foco las violencias de las que son víctimas y crear válvulas de escape de las mismas.
“Un 98% de las mujeres con discapacidad sufren algún tipo de violencia común o de género… En nuestra condición de vida, que es la discapacidad, ¿cómo vamos a escapar de ellas si nuestro mismo entorno y cuidadores o cuidadoras son quienes nos violentan?”, cuestionó.
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Tenía seis años cuando fue víctima de acoso sexual por primera vez: un hombre adulto le dio una nalgada y hace poco se encontraba en un antro cuando otro varón la tomó de la cabeza para conducirla hacia su miembro; sin embargo, la rabia de estas situaciones la encauzó a la defensoría de los derechos humanos de sus pares.
“En la marcha del 8M de 2020 íbamos a la sombra de las chicas y dijeron: ‘Abran paso a las sillas de ruedas’. A lo que mi amiga contestó: ‘¡Voltéame a ver, yo también soy mujer!’”, detalló.
Desde ese momento, Jen dedica su vida a que las mujeres con discapacidad sean nombradas y respetadas, por ello el año pasado convocó, organizó y dirigió el primer contingente de mujeres con discapacidad en la marcha del 8M.
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