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La calle Heberto Castillo, ubicada frente al albergue migrante de uso temporal en Tláhuac, instalado por la Secretaría de Bienestar e Inclusión Social (Sibiso) de la Ciudad de México, se convirtió en una colonia de migrantes que pernoctan fuera del recinto ante la sobresaturación de la estancia de gobierno.
Hileras de casas de campaña, comedores improvisados, maletas, bolsas y decenas de sillas donde personas en situación de movilidad discuten sobre la incertidumbre de su futuro, permanecen día y noche sobre las banquetas desde la esquina con Canal de Chalco hasta Avenida La Turba.
-“¿Por qué no está adentro del albergue?”, cuestiona EL UNIVERSAL a uno de los jóvenes migrantes que se encuentran en las banquetas sentados, mientras desayunan un bolillo y un vaso de atole que una comerciante les vendió por debajo de su precio.
-“Porque no está abierto”, responde el joven en un español poco entendible.
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Así como él, quien pidió conservar su anonimato ante el temor a represalias, cientos de migrantes que provienen en su mayoría de Haití y Venezuela, subsisten sin techo seguro, un lugar para ir al baño o para su aseo personal, sin comida y ni si quiera con la certeza de poder gestionar los trámites de su avance por México hasta Estados Unidos pues, de acuerdo con sus testimonios, las autoridades de migración los abandonaron a su suerte sin ningún tipo de atención.
“Estas personas cuando llueve se mojan. En las noches aquí es muy frío y no tienen con qué taparse, no tienen qué desayunar, no tienen ni a dónde ir al doctor y eso no nos parece bien porque también son personas. No son malos, solo quieren trabajar y las autoridades se desentendieron de ellos porque el albergue que pusieron en marzo funcionó hasta, más o menos, hace un mes y medio cuando la COMAR avisó que ya se retiraba de aquí, por eso no sabemos si sigue abierto”, explicó a este medio Elba Sid Ramos, vendedora ambulante que trabaja en la calle Heberto Castillo.
La declaración la confirma un letrero colocado frente a la entrada del inmueble que fungía como albergue, donde se puede leer la advertencia: “A la comunidad migrante, COMAR en Tláhuac cierra definitivamente. Cualquier trámite migratorio en oficinas centrales de COMAR ubicadas en Versalles No. 49 Colonia Juárez, Cuauhtémoc, CDMX”.
Frente al anuncio, decenas de personas en contexto de movilidad caminan de un lado a otro en la búsqueda de conexiones dónde cargar su celular, otras se reúnen para planificar los siguientes pasos de su avance, unas más buscan ganar dinero vendiendo dulces o reciben agua y comida de vecinos solidarios, detienen taxis para viajar hasta la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados y muchas más llegan en taxis o caminando para pernoctar en el área en condiciones de hacinamiento.
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“Queremos que les ayuden. Muchos son víctimas de fraudes, les sacan dinero. Hay vecinos racistas que les mienten y les quitan dinero, en la noche hasta les pegan y les roban con pistola porque aquí siempre ha sido peligroso, pero nadie hace nada y es consecuencia de que las personas responsables de ellos se fueran.
“Nosotros ayudamos con lo que podemos, con trabajo, con comida, pero ¿cómo les ayudamos a llegar a Estados Unidos o a dónde van? No podemos. Tienen que venir las personas de migración a resolver porque todos los días llegan más y vienen muchas mujeres, niñas y viejitos”, detalló la señora Sid Ramos.
En un sondeo realizado por esta casa editorial, vecinos declararon que se han reunido con las autoridades para pedirles la reubicación de los migrantes. Sin embargo, no han tenido respuesta.
“Los meten o los mueven a otro lado y después vuelven. Nunca es definitivo”, comentó Ramón López, vecino de la colonia Villa de los Trabajadores.
EL UNIVERSAL indagó con la Secretaría de Bienestar e Inclusión Social sobre el supuesto cierre de dicho albergue, ubicado dentro del Bosque de Tláhuac, pero al momento no han emitido respuesta alguna.
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