Nación

Migrantes acampan en la Central del Norte

En su camino de la Ciudad de México a la frontera norte, algunos migrantes sufren estafas, extorsiones y atracos, lo que hace que alarguen su estancia

Foto: Germán Espinosa / El Universal
24/09/2023 |01:02
David Fuentes
Reportero de la sección MetrópoliVer perfil

“¡Dame mi dinero, me robaron, me robaron! ¡Bebé, ayúdame!”, gritaba una mujer venezolana minutos después de que, inocentemente, fuera estafada por un trío de sujetos que en los alrededores de la Central de Autobuses del Norte montaron el tradicional juego de la pelotita.

En unos minutos le robaron a la venezolana poco más de 500 pesos. Ella confiaba en ganar el doble si atinaba en cuál de las tapas de jugos estaba la pelotita, con ese dinero pensaba llegar a la frontera norte del país, pero tristemente perdió.

En un callejón de la misma zona, autobuses ofertaban viajes nocturnos desde la Ciudad de México a Monterrey o Piedras Negras por mil pesos; la fila era larga y como podían juntaban los pocos pesos que les quedaban para comprar el boleto. “Son una trampa”, algunos advertían, pues aseguran que a medio camino, de noche o madrugada, los bajan y abandonan a su suerte.

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“Todos nos roban, todos abusan de nosotros. Desde que entramos a México, migración nos extorsiona, la policía nos pide dinero, nos roban, nadie tiene piedad de nosotros. Por eso estamos aquí parados, esperando”, comentó un venezolano que hace mes y medio salió de su país y espera a su esposa para llegar a Estados Unidos.

“Todos nos roban y abusan de nosotros”

Afuera de la terminal hay caos. Familias enteras de migrantes pernoctan sobre el camellón del Eje Central. “Estamos aquí atorados porque ya nos quedamos sin dinero”, dijo Jeny, quien con ocho integrantes de su familia salió hace más de dos meses de Venezuela para alcanzar a su esposo en Estados Unidos.

Al fondo, abrazando a su hijo de apenas un año, estaba Cindy, quien llevaba tres días en la ciudad. “El otro día llegaron y nos dijeron que había un albergue, pero los hombres lo fueron a buscar y no encontraron nada, así que ni modo, a esperar a que alguien nos ayude”, susurró.

Mientras EL UNIVERSAL realizaba un recorrido por la zona, llegó Francisco Javier Ceja, abrió su cajuela y sacó comida, botellas de agua. “Lo hago de corazón, a mi familia nos gusta ayudar y tratamos de dar un poco a los que más lo necesitan. Ellos sufren mucho para llegar hasta aquí y les falta”.

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