En México, anualmente 340 mil adolescentes entre los 15 y 19 años de edad se convierten en madres, mientras que alrededor de 5 mil menores de 15 años de edad dan a luz al año, lo que coloca al país en el primer sitio de las naciones de la OCDE con la mayor tasa de natalidad en mujeres adolescentes, según el organismo internacional Save the Children.
Las entidades con mayor cantidad de madres de entre 12 y 17 años son: Estado de México, Chiapas y Veracruz, donde habita una de cada cuatro madres adolescentes.
La maternidad de adolescentes de 12 a 17 años es más frecuente en Chiapas, Guerrero, Michoacán y Tabasco, entidades en las que en 2020, el porcentaje de mujeres adolescentes con hijos nacidos vivos era de alrededor de 3%.
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En su reporte Consecuencias socioeconómicas del embarazo en adolescentes en México, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) destaca que el impacto económico para atender embarazos y partos en adolescentes alcanza los 5 mil 885.5 millones de pesos anuales.
“La atención en salud de los embarazos en adolescentes representa un gasto para las familias. Dinero que podrían invertir en otros rubros que les generen un mayor bienestar para las adolescentes”, señala.
Precisa que las afectaciones pasan por las oportunidades educativas, pues de las mujeres con una maternidad temprana, sólo 26.6% cuenta con la primaria, 62.5% con secundaria y 6.68% con un título profesional o posgrado.
Destaca que las mujeres que son madres en la adolescencia también tienen en general menores ingresos.
“Los ingresos anuales de las mujeres que han tenido hijos siendo adolescentes resultan 31.6% menores a los de quienes fueron madres en edad adulta. Así, el ingreso laboral anual promedio de estas últimas es de $68,190, y para quienes tuvieron hijos en la adolescencia es de $46,627”, refiere el documento del UNFPA.
Nancy Ramírez, directora de Incidencia Política y Temas Globales de Save the Children en México, dice al EL UNIVERSAL que a diario ocurren 77 nacimientos por cada mil mujeres de entre 15 y 19 años.
“Un embarazo a temprana edad puede representar el incumplimiento de los derechos humanos de las adolescentes, pero en particular de las mujeres, y a que es probable que no terminen sus estudios, que no tengan las oportunidades adecuadas para su bienestar financiero, que limiten su desarrollo personal y que repliquen el ciclo de pobreza”, expone.
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Refiere que 59% de las adolescentes de 12 a 19 años con antecedente de embarazo sólo cursó la secundaria: “Una tercera parte de los embarazos en adolescentes no son planeados, pero se embarazan por la falta de oportunidades económicas, educativas y están en un contexto en donde la maternidad es el único rol valorado de las mujeres en sus comunidades”, explica.
Tania Ramírez, directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), dice que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) tiene registros de madres desde los 10 años de edad.
“Tenemos el número y el cálculo entre los 12 y los 17 años, pero eso [el embarazo] puede presentarse desde los 10 años de edad, lo cual es muy preocupante porque a los 10 años no se ha ni siquiera concluido el ciclo de educación primaria”, comenta.
Considera que cuando el rango de un embarazo es de entre 10 a 14 años, “claramente es una violación, no se puede de ninguna manera justificar como un tema de consenso, porque el cuerpo de una niña, hasta antes de los 18, no tiene condiciones metabólicas para poder dar vida a otra persona, mucho menos en el rango de 10 a 14”, añade.
La ejecutiva de Redim externa a que aun cuando existen leyes para evitar el matrimonio infantil, “siguen preocupándonos los embarazos entre niñas y adolescentes. Actualmente no están dadas las condiciones económicas ni estructurales para que pese a ser madres, las niñas y las adolescentes desarrollen un proyecto de vida digna”.
Dice que no existe conciencia sobre lo que implica el embarazo infantil y adolescente, “porque esta mirada adultocéntrica y machista que tenemos en México hace pensar que este fenómeno es un asunto particular, que sucede dentro de los hogares, por lo que no representa un problema público. No ha quedado claro que es un problema público”.
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