Los hijos de muchos de los migrantes haitianos no nacieron en esa nación. Se les refiere como haitianos o “africanos”, pero en realidad la mayoría de ellos nacieron en el tránsito de diversos países que sus padres han realizado huyendo de la isla de Haití.
Chile, Brasil, Guayana Francesa, incluso México, son algunas de las naciones que dieron la bienvenida a estos niños que no se sienten parte de esos países ni donde están ahora.
Nacieron migrando
María (no es su verdadero nombre) tiene 10 años. Nació en Guayana Francesa y tiene menos de una semana de haber llegado a la Ciudad de México. A los cuatro años ella y su familia se fueron a Chile. “Vivimos unos meses en Santiago, después nos fuimos a Temuco, pasamos Ecuador, Perú, Colombia… muchos países”, contó mientras jugaba con el más pequeño de sus tres hermanos. Al preguntarle sobre su viaje a todos esos países, ella dijo: “No sabía nada, sólo que estaba en otro lugar”.
Leer también: Estamos al pendiente de la caravana Viacrucis Migrante, asegura Adán Augusto López
Fritz también sabe que sus dos hijas no recordarán nada de lo que ahora viven. Anais y Altagracia tienen cuatro y tres años, respectivamente.
Ambas nacieron en Chile y junto a sus padres han recorrido a pie y en camión un largo camino por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala hasta México. “Papá, papá, ¿dónde estamos?”, “¿Por qué nos vamos?”, “Papá, ¿cuándo nos vamos a la casa?” son las preguntas que Fritz siempre recibe por parte de sus hijas; preguntas que siempre le resulta difícil responder.
Ellos esperan una respuesta por parte del Instituto Nacional de Migración (INM) para continuar con su camino hacia Estados Unidos; un destino más que Anais y Altagracia desconocen.
En el albergue para migrantes instalado en Tláhuac por la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (Sibiso) hay un total de 102 niños, niñas y adolescentes al momento de la redacción de este artículo.
Todos van acompañados y pasan sus días realizando actividades con personal del DIF, se entretienen, juegan futbol o descansan. Los más crecidos tienen una noción de lo que están viviendo, pero los más pequeños tienen un pasado que no recordarán y marcas de un viaje que seguramente nunca podrán olvidar.