Ropa, juguetes, fotografías y hasta su ombligo, es lo que conservan los padres de Iker y Johan como recuerdos de sus hijos, dos de los miles de menores que no podrán celebrar el Día del Niño con su familia.

Este día de festejos será uno más de lucha y búsqueda para los padres que quieren saber dónde están sus hijos o si están vivos.

Iker Ernesto Martínez Amaro desapareció el 20 de enero de 2019; apenas tenía dos meses. Una mujer ofreció regalarle a su madre, Melani Amaro, una carriola, mientras vendían tacos en Calle 11, en Tláhuac.

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“No pensé, no sientes que va pasar; confié de más. No he tenido respuesta de Iker, cada vez que voy con las autoridades, me dicen que están trabajando, que no por que fuera todos los días me iban a dar otra respuesta”.

La joven de 17 años cuenta que un domingo, mientras instalaba su negocio con su esposo, una mujer llegó a pedir tacos. Tras ser atendida, le ofreció una carriola y le pidió que la acompañara a su casa para dársela.

Melani escuchó llorar a su hijo, lo tomó en brazos y siguió a la mujer. En el camino, recuerda, le hicieron dos llamadas. “En la primera, le preguntaron si ya iba para allá porque la estaban esperando. También recibía mensajes”.

Luego de varias cuadras, la mujer se ofreció a ayudar a cargar a Iker; Melani aceptó. “Me llevó hasta Periférico y cruzamos una unidad habitacional. En una banquetita nos sentamos y me dijo que tenía mucha sed. Cuando iba a la tienda por un jugo, me regresé. Presentía algo y cuando volví, ya no estaba con mi bebé”.

El peregrinar de la joven para hallar a su hijo, que tendría tres años, ha sido largo y sin resultados. Denuncia que el proceso no ha tenido seguimiento adecuado, la cambiaron varias veces de fiscalía, le perdieron una memoria con videos y datos de la sospechosa, información que ella y su familia recopilaron.

Melani no pierde la esperanza. Espera a diario una llamada de la fiscalía que le dé noticias de su hijo. Aún hay algo en ella que le dice que va a regresar.

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“No pensamos que pasaría algo malo”

A Johan Gael llevan seis años buscándolo. Originario de Saltillo, desapareció el 4 de octubre de 2015, en un día de campo en el ejido La Esmeralda, en Galeana, Nuevo León. La idea de Miguel Ángel Cardona y Yahaira de la Cruz, padres del menor, era disfrutar y visitar a sus familiares difuntos en un panteón cercano.

Al salir del cementerio vieron un taxi amarillo y un auto con vidrios polarizados. “Lo vimos normal porque no íbamos con el pensamiento de que nos pasaría algo malo”, recuerda Miguel.

Al llegar a una zona donde recogerían piñones, su auto quedó a 10 metros, Johan regresó a él y jugaba con la bolsa de su madre mientras comía una manzana.

Miguel Ángel y Yahaira veían al menor por las ventanas, pero minutos después desapareció. Lo único que escucharon fue el ladrido de perros y un motor. Desde ese día inició la búsqueda del niño que hoy tendría 10 años.

“Al principio todo estuvo en contra de nosotros... Llegó una patrulla, pero como era policía rural y nunca había tenido un caso similar, no sabían qué hacer.

“Las autoridades ya no están haciendo nada porque están a la espera de que alguien nos aporte un dato. Nos dicen que las investigaciones ya se hicieron”, recrimina el padre.