Poco a poco los menores rescatados se adaptan a una vida normal, al asistir, por ejemplo, a una escuela bilingüe; en las últimas semanas el refugio para niños varones abierto por la Comisión Unidos Vs Trata recibió a Humberto, un niño de alrededor de ocho años.
Humberto (nombre ficticio) fue víctima indirecta, no fue violentado sexualmente, pero su hermana sí, con autorización de su madre. Él fue testigo de cómo abusaban de la pequeña, que tiene nueve años. Humberto fue canalizado al centro a partir de una averiguación previa efectuada por la procuraduría de Morelos.
“Es lo fuerte, se supone que la familia es la que los protege y aquí es la que los vendió para que los violaran o los prostituyeran; para nosotros es bien importante que el núcleo familiar sea restablecido”, señala al ser entrevistado por este diario Ernesto Bautista, director operativo del refugio.
Bautista expone que los menores no son llevados al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) porque necesitan una atención especial, para tratar de reincorporarse a la sociedad. A diferencia de la institución estatal, los niños en el refugio no tienen comunicación con el exterior. Carecen de teléfonos celulares y de tarjetas para hacer llamadas; se encuentran bajo supervisión permanente, ya que Luis, uno de ellos, presentó el síndrome de Estocolmo que genera en las víctimas empatía con los delincuentes.
Fotos: Alejandra Leyva
Los niños, detalla, tienen una figura distorsionada de la familia y el refugio apuesta a que conozcan otros tipos de familias, en las que puedan ser integrados eventualmente -la custodia legal de los menores recae en el centro- y rehacer su vida. De hecho, Bautista propicia el contacto con sus propios hijos, como parte del proceso de readaptación.
Buen promedio
Humberto, Luis y Carlos asisten a una escuela bilingüe en el área metropolitana de la Ciudad de México; a pesar de que Luis y Carlos tuvieron dificultades para adaptarse, empezando con calificaciones bajas, han logrado sobresalir con promedios de 8.5 y 9, respectivamente.
“Los tratamos de tener como parte de una familia, salimos a jugar basketball, hacemos paseos en Reforma; a Carlos le gusta la patineta, a Luis los patines y a Humberto la bicicleta, así que vamos a divertirnos. Hemos salido de la ciudad para que vayan a escalar, tuvieron actividades con barro, y a veces salen a convivencias con sus compañeros de la escuela, entre otras cosas.
Fotos: Alejandra Leyva
Sin embargo, no es algo muy estructurado, vamos como familia, incluso uno de los niños ha tenido la idea de que salgamos vestidos iguales para identificarnos como familia”, indica Bautista, con la esperanza puesta en la rehabilitación completa de los tres niños.