Médicos y enfermeras que están atendiendo a enfermos de Covid-19 se han confesado con sacerdotes y les han pedido orar por los infectados y el personal de salud, porque la gente se les muere.
El padre Andrés Esteban López Ruiz dice a EL UNIVERSAL que algunos médicos se han confesado con él y le han revelado su preocupación, porque al intubar a los enfermos de terapia intensiva ya no saben qué será de ellos y no se puede detener el avance de la pandemia.
“Nos han insistido mucho: ‘padre, estamos haciendo lo que podemos con los medios que la ciencia nos da, pero no son suficientes, la gente se nos está muriendo, sentimos una gran impotencia, porque los intubamos y no sabemos qué va a ser de ellos’”.
Apenas el pasado 12 de abril, el padre López Ruiz y otros dos curas decidieron acudir a hospitales y domicilios con enfermos de Covid-19 para orar por ellos, y en el caso de los que están agonizando darles la “absolución general”.
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Protegidos con overoles, protección para su calzado, batas, guantes y cubrebocas, los sacerdotes asistieron al Hospital Médica Sur y celebraron una misa, además asistieron hasta las puertas de terapia intensiva, donde están los enfermos conectados a los respiradores, para orar por ellos, así como por los médicos.
Los ministros religiosos están buscando replicar esta acción en otros hospitales, públicos y privados, y ya han hecho otras solicitudes, aunque les han negado el acceso. “Entendemos que la situación es crítica y por eso queremos ayudar”.
La iniciativa de ir a rezarles a los enfermos de SARS-CoV2 surgió por la soledad en la que se encuentran, porque, confesó, la última vez que sus familiares los ven es cuando lo entregan al hospital y nunca más lo volvían a ver, y los que se encontraban en estado más grave “morían así, solos en los hospitales, sin acompañamiento de sus seres queridos”.
Estos tres sacerdotes tienen la anuencia del arzobispo primado Carlos Aguiar Retes para dar apoyo espiritual.
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Se lanzó el Rosario de Esperanza, que consiste en que cada persona adopte un médico, un enfermero o un agonizante y les recen diariamente. También han oficiado misas en las propias capillas de los hospitales o en las puertas de éstos, como fue el pasado 6 de abril en el INER.
El padre Esteban reconoce que aunque utilicen todas las medidas de protección tiene miedo de contagiarse e infectar a su familia y a los seminaristas con los que convive, pero aclara: “Es mi deber como sacerdote”.