Diana camina lentamente hacia su encuentro con el destino. Tiene 38 años, es médico general y lleva nueve meses en la primera línea de fuego curando a pacientes con Covid-19 en la Clínica 30 del Instituto Mexicano del Seguro Social, que fue declarada híbrida para atender urgencias y a contagiados por la pandemia.
Este lunes, se convirtió en una de las primeras mexicanas en recibir la vacuna contra el Covid-19 y acudió a las instalaciones de la Escuela Naval Militar donde se instaló el módulo de vacunación de la Marina en Tepetlapa, en el sur de la Ciudad de México, a aplicarse la dosis.
Diana Herlinda Sánchez ya perdió la cuenta del número de pacientes que le ha tocado tratar en los nueve meses de pandemia, pero hace el recuento y dice que nunca había visto algo igual en toda su carrera, y describe que por turno le toca ver entre 10 y 12 pacientes, por cinco días a la semana y en casi 10 meses. “Ha sido una cantidad tremenda de gente”, dice.
A pesar de que día a día en su labor como médica toma todas las medidas de protección, el Covid la alcanzó y se contagió en mayo, casi al principio de la pandemia. Para su fortuna no desarrolló neumonía, y describe la enfermedad como una gripa muy fuerte. Perdió el olfato y el gusto, y tuvo falta de aire, pero a los 15 días, aunque sintió temor, se reincorporó al trabajo.
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Segundos después de que le aplicaron la vacuna, un frasco de apenas unos centímetros, Diana Herlinda, no muestra alegría en el rostro, más bien describe que se siente nerviosa y no precisamente porque dude de la efectividad de la dosis, sino por alguna reacción que pudiera tener este medicamento.
“Más que emocionarme, me puse nerviosa. No es que dude de la efectividad de la vacuna, sino porque no se conoce del todo esta enfermedad y al ser una vacuna nueva, porque se desarrolló en tan poco tiempo, no sabemos del todo cuáles son las reacciones que se presenten ya cuando se esté vacunando de forma masiva”, describe.
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Se sincera y recuerda los momentos de trabajo en su clínica, y describe que ya es una situación muy estresante para todos, sobre todo por el número de pacientes que deben antender.
“He estado en la primera línea de batalla desde que inició la pandemia. No sé cuántos pacientes he atendido. La verdad es que ya es una situación muy estresante para todos. Más que ver a los pacientes en número, hemos visto situaciones a las que nunca nos habíamos enfrentado antes y eso es lo que nos estresa. Ver que las personas fallecen conscientes en asfixia es algo muy doloroso, no es fácil ver a tantas personas morir de este modo, es difícil”, dice.
Recuerda con tristeza que muchos de sus compañeros en el hospital ya se han contagiado y, a pesar de todas las muertes que ha visto, sigue sintiendo dolor con cada una de ellas:
“Nunca había visto algo igual. El hecho de que uno sea médico no quiere decir que te desensibilizas de la situación; de hecho, si no fuera eso yo me dedicaría a derecho o contabilidad, no sé. Siempre es la motivación del sufrimiento ajeno. Pero la verdad es que esta enfermedad sí tiene características que en otras enfermedades no podíamos ver”.