En el corazón de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el presidente Andrés Manuel López Obrador fue retenido a bordo de su camioneta por más de dos horas por unos 200 maestros. Llegaron antes del amanecer, en una operación hormiga, por goteo, y lo cercaron. El Mandatario les advirte: “No acepto chantajes”.
Al alba, a unos pasos del cuartel de la 7 Región Militar, los “maestros democráticos”, alguna vez aliados del tabasqueño, le demandaron al Presidente no regresar a clases el próximo lunes, que se les regrese una caja de ahorro y la reinstalación de una mesa de diálogo que encabece el propio López Obrador.
Así, lo que no pudieron hacer huracanes ni la pandemia por Covid-19, en una situación inédita, los integrantes de las secciones 7 y 40 de la CNTE lo hicieron: evitar que López Obrador encabezara su mañanera y la reunión del gabinete de seguridad federal.
En un diálogo a gritos entre maestros y López Obrador, el Presidente estalló: “Aquí me quedo, no acepto su chantaje. Me dejan pasar, me respetan y luego hablamos”, comentó molesto al autodenominado “magisterio democrático”, el que ha sido su aliado.
Pese a que están a unos metros de un cuartel militar, dentro las cabezas del gabinete de seguridad nacional, nadie sale a rescatar al Presidente.
El Ejecutivo se observa desencajado, mientras que, rodeado por decenas de maestros, oye las múltiples demandas que, a parte de las magisteriales, se desarrollan en el día mil uno de su gestión.
La tesitura política no pasa desapercibida para uno de los docentes, quien recuerda que “con esta protesta le damos la bienvenida a Adán [Augusto López Hernández, exgobernador de Tabasco y nuevo secretario de Gobernación].
A las 7:00 horas, cuando el Presidente se encuentra encerrado en su vehículo y rodeado por los maestros, el gabinete de seguridad federal sale a dar una mañanera.
El gobernador chiapaneco, Rutilio Escandón, inicia la conferencia enviándole un saludo al Mandatario. Con caras nerviosas, ahí están el general Luis Cresencio Sandoval, titular de la Defensa Nacional (Sedena); el almirante José Rafael Ojeda Durán, titular de Marina (Semar); Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), y el general Luis Rodríguez Bucio, comandante de la Guardia Nacional.
Icela Rodríguez lamenta la situación que vive el Ejecutivo, pero señala que “vamos a seguir el día de hoy con nuestra agenda que estaba planteada, vamos a seguir con ella”.
Pero López Obrador tiene un as bajo la manga y como un seguidor de las redes sociales y la tecnología, graba un video en el que explica la situación y lo manda para que se proyecte en la mañanera. No quiere dejar de tomar el control de la agenda mediática del día.
En la grabación, asegura que el bloqueo en su contra es por intereses políticos y no se someterá a chantajes de nadie, y afirma que “eso no lo puedo permitir, porque el Presidente de México no puede ser rehén de nadie”.
Recalca que él no puede estar sometido a ningún grupo de interés creado, por lo que “decidí permanecer aquí. No voy a entrar por la fuerza. No son verdaderamente muchos, podría yo entrar, llevar a cabo la conferencia, pero decidí no hacerlo”, dice.
Dentro del automóvil, afirma que está acostumbrado a enfrentar este tipo de asuntos, y apunta que por la dignidad de la investidura presidencial “no puedo someterme a chantajes de nadie, les estamos ofreciendo diálogo, que los atienda la secretaria de Educación, que es a la que corresponde ver este asunto, pero ellos no quieren, [dicen] que aquí mismo yo les resuelva el problema y, si no, nos dejan pasar. Pues aquí me quedo el tiempo que sea necesario”.
El evento es marco perfecto para compararse con las posturas pacifistas de Nelson Mandela, Martin Luther King, y Gandhi. Con este mensaje termina la inédita mañanera número 682 de su gobierno. Al filo de las 8:12 horas, por fin la Suburban del Presidente avanza sin ningún problema ante mermados manifestantes.