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Como en los regímenes autoritarios de Francisco Franco o del PRI cuando era el partido hegemónico, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha modificado conceptos como “democracia”, “pueblo” o “participación ciudadana” con efectos de dominio de la población, advierte el investigador de la Universidad de Guadalajara, Mauricio Merino Huerta, en su más reciente obra Gato por Liebre (Debate, 2023).
El experto analiza 25 conceptos en el lenguaje político de la Cuarta Transformación, que se han distorsionado.
En entrevista con EL UNIVERSAL, asegura que esa nueva construcción de contenidos se hace para justificar y anticipar acciones, dotándolas de palabras que abandonan su significado original para convertirse en instrumentos de dominación en favor del poder político.
Señala que el Jefe del Ejecutivo federal ha eliminado conceptos como corrupción porque, según él, “ya no existe” en el actual gobierno o “como si fueran malditas” conceptos clave como “transición democrática” o “sociedad civil”.
¿Cuál es el motivo de este libro Gato por Liebre?
—Es dar una batalla por el significado de las palabras en contra del poder político, que ha modificado deliberadamente ese contenido para efectos de dominación y que está alterado mucho la conversación pública para justificar lo injustificable.
¿Esa alteración de significados es propia de la Cuarta Transformación o también pasó en otros gobiernos?
—Ha pasado muchas veces, no sólo en México, está pasando en varias partes del mundo. Esta alteración deliberada ni es nueva ni es original de la 4T, pero no quiere decir que no exista en México en este momento.
¿A qué se refiere?
—En el libro me refiero en particular a 25 conceptos que han sido alterados en su contenido básico. Por ejemplo, la democracia, que asume la pluralidad como criterio principal, como un proceso en el que personas distintas han de ponerse de acuerdo para organizar la convivencia pacífica, se convierte en pura aritmética, en un asunto de mayorías y quien tiene la mayoría, se dice, pues tiene el dominio de la democracia.
¿El PRI decía que era demócrata, pero se imponía cuando tenían la mayoría?
—Así es, no sólo el PRI, es algo que ha sucedido a lo largo del siglo XX, por ejemplo, con el franquismo, con los fascismos, justamente en los regímenes autoritarios, como el PRI. Eso ha pasado a lo largo de la historia y hoy está volviendo a suceder, por eso es necesario advertirlo.
¿Qué otros conceptos se han distorsionado?
—Ahí hay 25 que están concatenados, porque son gato por liebre, por ejemplo, pueblo: el pueblo es presentado en este discurso autoritario como si fuera una sola cosa, se anula la singularidad de cada una de las personas para sumarlas en un todo único, que es encarnado por el líder político. El pueblo habla en singular según el líder político, cuando en realidad el pueblo es la suma de todas las individualidades, las comunidades, las culturas y los pueblos originarios de México.
¿Qué pasa con el concepto de corrupción?
—Se ha dicho que la corrupción ya no existe, porque para el Presidente, para quienes hoy ejercen la dominación política, todo era una cuestión de buenos contra malos. Ellos dicen que ‘no son iguales’ y ya como no son iguales, pues ya se acabó la corrupción, cuando es evidente que la corrupción es la captura del Estado, de los asuntos públicos, para fines de enriquecimiento o acrecentar el poder político.
¿Esa dominación le alcanza al Presidente para tener ese nivel de popularidad?
—Sí, porque está construida sobre tres ejes: el agravio del pasado, porque a quienes llama ‘los juniors de la transición a la democracia’ no cumplieron sus cometidos. Dos, el Presidente se montó no tanto en ideas, sino en emociones a fin de de derrotar a quienes habían incumplido su palabra y abusaron del poder, y tres, en su enorme capacidad de comunicación política.
¿La mañanera es un instrumento para tergiversar algunos conceptos?
—Los ha modificando, sí, poco a poco, hasta el extremo. Ya digo que acaba significando lo opuesto de lo que su definición original quiere enunciar. La democracia deja de ser democracia, la participación ciudadana se vuelve algo malo, una palabra maldita por el régimen, cuando es una pieza maestra en cualquier democracia.
¿Qué otra palabras malditas ve usted?
—Hay muchas, por ejemplo, el neoliberalismo se ha usado como un bastón para lo que sea o la de transición a la democracia. El Presidente, aun concediendo que lo que está haciendo fue una transformación histórica, como él propone, sería la quinta, no la cuarta, porque la cuarta fue justamente la transición a la democracia que le permitió llegar a la Presidencia.
¿Esta modificación de los conceptos también ha permeado en otros políticos?
—No sólo en los actores políticos, cuando el poder ejerce esta mudanza en el contenido de las palabras, permea por todo el país, también en los medios que han mordido el anzuelo varias veces, en la academia y desde luego la clase política mexicana.
De cara a los comicios 2024, ¿las aspirantes presidenciales siguen en esa tónica de tergiversar conceptos?
—Por supuesto, cuando se habla del segundo piso de la 4T, ustedes me dirán qué cosa significa eso, nada, no está claro más allá del encono, de la identificación de sus adversarios, por ello el conocer y el saber puede ser un antídoto.