Eran más que primos, de pequeños fueron a la misma escuela, se divertían juntos, se cuidaban entre ellos y crecieron como vecinos hasta el final de su adolescencia. “Eran como hermanos ”, insiste Sacrissanta Mosso, quien relata cómo su hija Karen Mosso fue asesinada por Luis Enrique Zaragoza Mosso, un joven que en ese entonces tenía 16 años.
El crimen ocurrió el 4 de agosto de 2016. Ese día Sacrissanta volvió a su casa luego de cumplir otra jornada como cocinera de un restaurante.
Al abrir la puerta del baño encontró tirada a Karen, inerte, con signos de abuso sexual, golpes en todo el cuerpo, una chamarra mojada en su rostro porque la ahogaron en una cubeta y un cinturón en su cuello.
Las autoridades de Ecatepec, Estado de México, iniciaron su investigación con los amigos de la joven, quien al momento de su feminicidio estudiaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Vallejo.
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Nada apuntaba a Luis Enrique en un primer momento, hasta que la madre de la víctima percibió la actitud evasiva del adolescente. Sacrissanta alertó de su sospecha e inmediatamente los fiscales del Estado de México citaron al joven para realizarle una prueba de ADN.
Luego de siete meses de los hechos, los análisis mostraron una coincidencia entre la genética de Luis Enrique y los restos de semen que quedaron en Karen por la violación que sufrió.
“Mi sobrino siempre convivió con nosotros, compartimos muchas cosas, iban en la misma escuela y en el mismo salón, hacían la tarea juntos, comíamos juntos, cualquier cumpleaños siempre estaban presentes. Éramos dos hermanas, ella tenía dos hijos y yo dos, quisimos que crecieran como hermanos y aún duele, porque una nunca comprende por qué pasan las cosas”, lamenta Sacrissanta.
La señora Mosso niega que hubiera algún indicio de que esto pudiera ocurrir. Ella nunca se dio cuenta de que su hija fuera víctima de alguna agresión, lo cual le hace pensar que ni siquiera Karen se imaginaba que su primo la podía asesinar.
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Luis Enrique fue condenado a cinco años de prisión por ser menor de edad y obtendrá su liberación en 2022. El adolescente no sólo fue sentenciado por el feminicidio de Karen, también lo culparon por el asesinato de Erik, el otro hijo de Sacrissanta que tenía 12 años y quien, aquel 4 de agosto del 2016, fue golpeado hasta perder la vida.
Pese a que se dictó sentencia contra Luis Enrique, Sacrissanta tiene la sensación de que el sistema de justicia le cumplió a medias. Cree que en los asesinatos de Karen y Erik hubo más implicados, pero como las autoridades lograron la sentencia del primo con la prueba de ADN, ya no siguieron con la investigación.
La madre de las víctimas reclama que sólo le dieron cinco años de prisión al culpable, pues a su parecer los castigos contra adultos y menores de edad deben ser los mismos en este tipo de crímenes de alto impacto.