La Plaza de Garibaldi recobró su vida la mañana de ayer domingo, cuando alrededor de 200 mariachis volvieron para recibir una despensa por parte de organizaciones sociales y tocaron las canciones del Son de la Negra y México lindo y querido.
Ataviados en su clásico traje de charro, los músicos volvieron a Garibaldi, un lugar que vive de la fiesta y la alegría de los mexicanos, pero que ha tenido que cerrar sus locales en los últimos tres meses por la pandemia del coronavirus.
A las 10:00 horas, la música comenzó a sonar. Fue un horario extraño para este espacio acostumbrado a vivir de noche y dormir de día; sin embargo, los músicos hicieron gala del talento que han guardado desde marzo.
El colectivo Agrega, a través de la iniciativa Al pie de tu ventana, fue el que organizó este evento y procuró la sana distancia entre los participantes, quienes acompañaron su atuendo con un cubrebocas.
Los hombres y mujeres que desempolvaron sus instrumentos recibieron una despensa por parte de Agrega al final de la serenata, pero no perdieron la oportunidad de pedir ayuda a las autoridades y a los ciudadanos ante el abandono en el que ha quedado Garibaldi.
“En el gremio llamamos ‘asadora’ a la acción de abordar al cliente y tocar canciones; antes estábamos trabajando de un lado para otro, pero a partir del coronavirus ya no hay a quién se le pueda ofrecer una canción”, señaló Blanca Estela Sánchez, quien desde hace un año trabaja como mariachi.
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Blanca Estela no esconde su temor: sabe de 20 compañeros que murieron por el Covid-19 y ella se siente vulnerable, pues padece de alergias y es asmática.
Pero la agonía económica puede más que cualquier temor y los músicos salieron por montones para recibir los apoyos de Agrega, además de recordarle a la Ciudad de México que siguen ahí, aunque algunos no los recuerden.
“Queremos apoyo, que la gente sepa que el mariachi vive. Somos personas que quieren trabajar y necesitamos el apoyo de la gente, tal vez no económicamente, pero que vengan y nos contraten”, dijo Marcos Montes, otro músico.
Adultos y jóvenes se presentaron al evento, lo que demostró cómo el oficio del mariachi sigue transmitiéndose de generación en generación para preservar las raíces culturales de nuestro país.
En este contexto, los adultos mayores han sido los más afectados, ya que por su edad es más complicado encontrar un trabajo y dependen de sus familias. Jacinto Martínez, de 71 años, es un ejemplo de cómo la pandemia le ha pegado principalmente a este sector.
“Tengo toda la vida aquí, soy hijo de mariachi, desde los ocho años me enseñaron a tocar el violín y no sé hacer otra cosa, ahora me ayudan mis hijos para mantenerme”, cuenta Jacinto.
Para continuar ayudando a este sector, Agrega creó una campaña en la página Donadora para recaudar dinero que sirva para hacer más despensas para los músicos.
Aunque en un inicio se planeó que la serenata de los mariachis fuera itinerante, es decir, que se ofreciera en distintos puntos de la capital, al final sólo se hizo en la Plaza de Garibaldi para respetar las medidas sanitarias.
Aun con restricciones, los músicos le dieron a la capital un breve respiro de la cuarentena en la que ha estado por tres meses.