Ante las crecientes formas de violencia y actos de discriminación a los que se enfrenta la comunidad lésbica en México, este sábado se realizará la segunda edición de la

Mujeres de todo el país exigirán al gobierno federal, con cantos, baile y performance, un alto a los lesbofeminicidios, el reconocimiento a los derechos de la población y la creación de mecanismos que protejan y atiendan sus necesidades.

“Necesitábamos un espacio propio de visibilidad en el que las cabezas y voces pertenecieran a las ‘lenchitudes’, como se hace en otros países desde los 90.

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“Aunque apoyamos las luchas de ‘otres’, queremos movilizar a nuestra comunidad para que derechos tan básicos como el acceso a la salud o el reconocimiento a las familias lesbomaternales sean escuchados de nuestra voz”, explica a EL UNIVERSAL Raquel Medina, organizadora del evento.

Al menos 13 mujeres, artistas, poetas, bailarinas y músicas, quienes organizan este movimiento, esperan que se rompa el récord de asistencia, con más de 2 mil personas.

Hacen un llamado a quienes se sientan identificadas con la causa para acompañarles.

Raquel define al movimiento Marcha Lencha como una comunidad que para ella ha significado un espacio seguro, lleno de apoyo. “Ante las diferentes violencias, [Marcha Lencha] nos ha quitado el peso por unas horas o días y lo ha transformado en este acto simbólico de amor y protección entre nosotras”.

Issa Téllez, pareja de Raquel y organizadora de una de las diversas actividades a realizarse en el transcurso del evento, narra a esta casa editorial momentos en los que ambas han sido víctimas de discriminación.

“Vengo de una familia católica conservadora de Monterrey, que con el paso del tiempo ha tenido una reforma muy amena sobre mi orientación. Contrario a lo que se podría pensar, los ataques han llegado desde gente externa, como personas que nos ven en la calle tomadas de la mano o simplemente juntas”, comenta.

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Asegura que a pesar de ser un caso muy aislado, puesto que las otras chicas con quienes convive fueron objeto de agresiones dentro de su hogar, ellas han sido señaladas y agredidas en lugares públicos como restaurantes, parques o el transporte.

“Estábamos en el Metro juntas, entonces notamos que una mujer nos observaba, pero no le dimos importancia porque no nos estábamos dando muestras de afecto. Su mirada fue insistente. Justo antes de bajarse del vagón nos extendió la mano y nos dio un panfleto a cada una en el que decía: ‘Aún hay esperanza para ustedes, es momento de cambiar’”.

Debido a este acto, Issa y Raquel se cuestionan sobre cómo la normalización del acoso hacia su comunidad ha detonado agresiones más fuertes, como la violencia física ejercida por la policía en Tabasco o transeúntes en la Ciudad de México hace unos meses, hasta los lesbofeminicidios de Yulisza Ramírez y Nohemí Medina en Chihuahua.

“[En la celebración de Marcha Lencha] Nos unimos por aquello que tenemos en común, abandonando dinámicas de competencia para luchas por el bienestar y la supervivencia de nuestra comunidad”, afirman.

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