Puebla.— “¡Este ganso no se cansa!”, fue el grito que lanzó Luis Miguel Barbosa Huerta, candidato de la alianza Juntos Haremos Historia en Puebla (Morena, PT y PVEM), el pasado miércoles en su cierre de campaña en su natal Tehuacán.

Con las tendencias a su favor, el político pensaba cumplir uno de sus más grandes sueños: ser gobernador del estado, pero fue hasta esta segunda oportunidad cuando por fin lo logró.

El morenista perdió las elecciones el año pasado contra la panista Martha Erika Alonso, quien murió el pasado 24 de diciembre en un accidente aéreo, 10 días después de haber rendido protesta, por lo que el Congreso tuvo que nombrar a un encargado de despacho y éste, a su vez, convocar a un proceso de elecciones extraordinarias.

Barbosa Huerta militó en el PRD por más de 23 años (1994-2017), donde fue uno de los integrantes más destacados de la corriente mayoritaria de Los Chuchos.

Sin embargo, su salida del sol azteca fue vertiginosa, pues a principios de 2017 —cuando era coordinador de los senadores perredistas— reveló su apoyo a Andrés Manuel López Obrador, quien se perfilaba como candidato presidencial para 2018, además de respaldar a la entonces abanderada de Morena a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez.

El sol azteca decidió destituirlo como coordinador parlamentario y el 3 de abril de 2017 renunció al PRD para refugiarse, junto con un grupo de senadores afines, en la bancada del PT.

A Barbosa Huerta lo describen sus allegados como un político tranquilo, bromista, fanático de los objetos finos y hasta rebelde.

Como coordinador de la bancada del PRD en el Senado tejió muchas alianzas y concretó dos de sus mejores amistades con sus homólogos Ernesto Cordero Arroyo, del PAN, y Emilio Gamboa, del PRI, lo que le valió presidir la Mesa Directiva, a pesar de no tener mayoría en la Cámara Alta.

Barbosa Huerta y Cordero Arroyo se convirtieron en los principales opositores del Pacto por México, acuerdo firmado por el expresidente Enrique Peña Nieto y las dirigencias de la oposición.

Sus pasiones. Actualmente, Barbosa Huerta está a punto de cumplir 60 años de edad y señala que lo que más ama es a su familia: a su esposa, María del Rosario Orozco Caballero, y a sus dos hijos, María del Rosario y Miguel Barbosa Orozco.

Es egresado de Derecho y siempre fue dedicado al estudio.

Sus compañeros recuerdan que buscaba siempre sacar buenas calificaciones y que más grande quería obtener reconocimientos por su labor académica.

Una de sus pasiones es la música y sabe tocar el piano.

Se considera un melómano: en todo momento y lugar busca escuchar algo. Según el estado de ánimo en el que se encuentre es el género y la canción que disfruta.

Recuerda que en la secundaria tuvo un maestro de música de nombre Odón Pérez Navarro, quien de cariño lo apodaba Robotín, por su manera de moverse al tocar la mandolina.

Otra de sus debilidades, reconoce, son los platillos que cocina su esposa, de quien, dice, es famosa por ser abogada y por el sabor de sus chiles en nogada.

Su salud. En ésta, su segunda campaña, Barbosa Huerta fue cuestionado en distintas ocasiones por su estado de salud, pues desde su arribo al Senado le diagnosticaron diabetes, por la cual estuvo al borde la muerte a finales de 2013, cuando se debatía la reforma energética en el Senado, y tuvo que ser hospitalizado por no cuidarse una infección, lo que le costó la amputación del pie derecho.

Fue un golpe duro para él y su familia, pero él mismo reconoció que todo se debió a un descuido. Sin embargo, más allá de amargarse, en enero de 2014 regresó a la Cámara de Senadores.

En esa ocasión, desde la zona conocida como Paseos Perdidos en la Cámara Alta reapareció caminando con su prótesis y apoyado de Ernesto Cordero y de Emilio Gamboa. El pleno del Senado lo recibió con aplausos.

Pero sería en esta contienda cuando Barbosa Huerta cumpliría su sueño de gobernar su estado natal. A partir del 8 de agosto próximo asumirá el cargo que ejercerá hasta diciembre de 2024.

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