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El último aperitivo que Emilio Lozoya Austin probó antes de cambiar su elegante traje por el uniforme beige del Reclusorio Norte fue una bolsa de nueces y frutas deshidratadas con una botella de agua que alcanzó a meter a la sala de audiencias.
Ayer, el exdirector de Pemex llegó cerca de las 9:00 de la mañana al reclusorio como un alto ejecutivo, de traje con corbata elegante y portafolio en mano… pero desde ese momento los privilegios se habían acabado.
A diferencia de julio de 2020, cuando arribó a México extraditado desde España, esta vez no hubo helicópteros ni señuelos que impidieran a la prensa fotografiarlo.
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Ayer, ni siquiera dejaron que la Suburban negra en la que llegó junto a su mamá, Gilda Margarita Austin, y sus abogados, ingresara al centro de justicia, por lo que tuvieron que hacerlo por su propio pie.
Lozoya enfrentó a decenas de periodistas. Entre empujones, sus abogados le abrieron paso; con semblante molesto, atravesó las vallas de acceso. Con porte ejecutivo y paso firme, al lado de su madre y flanqueado por sus abogados, caminó en el estacionamiento para comparecer ante la audiencia, de la que no salió en libertad. A las 9:45, ingresó a la sala 1 de audiencias… todos querían verlo. Previo a entrar, un guardia le pidió dejar sus cosas en el piso, separar pies y manos y voltear hacia la pared para hacerle una revisión en una inédita escena de la que integrantes de la FGR, UIF, Pemex y reporteros fueron testigos.
La audiencia de Emilio Lozoya, a detalle
Pero la audiencia dio un giro sorpresivo cuando el juez anunció que iniciaría el debate de la solicitud de la FGR para modificar la medida cautelar de libertad condicional que desde julio de 2020 tenía Lozoya Austin, para sujetarlo a prisión preventiva justificada.
Emilio Lozoya, del Hunan a la cárcel
Llegó el momento en que la FGR recordó la cena de Lozoya Austin en el Hunan, donde degustó con amigos un pato pekinés, platillo estelar del lugar.
El cambio en la FGR puso aún más nervioso al exfuncionario, quien comenzó a jugar con sus dedos para arrancarse, ansioso, algunos “pellejos” alrededor de las uñas.
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Al concluir la audiencia, Lozoya Austin tomó el portafolio con el que ingresó a la audiencia y sacó dos botellas de agua; una se la dio a su madre.