La situación que viven muchas regiones del mundo en cuestión de desabasto y escasez de agua nos hace pensar que el destino no ha empezado a alcanzar. Estamos ante un reto mayúsculo que requiere hoy más que nunca acciones en conjunto.

Según datos de la Comisión Nacional del Agua Banco, México disponía de unos 18 mil metros cúbicos anuales per cápita en 1950, para 2012 bajó a 4 mil y se estima que para el 2030 descienda debajo de los 3 mil metros cúbicos por habitante al año. El problema del desabasto no es nuevo, pues se sabe que ciudades enteras sufren en periodos de escasez de agua. El problema se presenta en forma más frecuente en los grandes centros urbanos. Como ejemplo, en 2022, Nuevo León sufrió una de las peores crisis hídricas de los últimos años, por solo mencionar un caso.

Los gobiernos, el sector privado, la academia, las y los ciudadanos reconocen, en mayor o menor medida, este problema y generan acciones para la conservación de los recursos hídricos. Sin embargo, es necesario redoblar esfuerzos e insistir en promover medidas en favor de un mejor uso del vital líquido.

Es justo la academia, en su calidad de generador de conocimiento y motor de las sociedades, quien tiene un protagonismo indispensable en la búsqueda de soluciones innovadoras para contribuir a prevenir o disminuir la escasez de agua. A propósito, se puso en marcha The Next Decade, Water Disruption, una iniciativa del Tec de Monterrey en el que diversos sectores y la sociedad civil, actores de gobierno, emprendedores, academia y empresas, se reunieron con el objetivo de compartir ideas y dialogar para buscar soluciones sobre el futuro del agua. La premisa es que la década que viene será un parteaguas y que definirá el destino del mundo en cuestión del tema hídrico.

En este espacio de diálogo e ideas hacia los grandes cambios que definirán el porvenir esta Institución presentó a Stuart Candy, reconocido futurólogo, que realiza investigación en distintas disciplinas con lo que busca comprender y comunicar cómo los cambios en la tecnología, la sociedad y el medio ambiente pueden dar forma a nuestro futuro. Stuart dejó un mensaje claro respecto al agua: es nuestra tarea no sólo intentar, sino pensar y también sentir cómo queremos que sean las condiciones del uso, trato y abastecimiento del agua, para que las acciones que realizamos sean efectivas.

La innovación tecnológica deberá ser protagonista para enfrentar con inteligencia y urgencia el reto de garantizar el acceso seguro al agua en todas las poblaciones. De hecho, el mundo ya registra muchas iniciativas interesantes para abordar este problema mundial.

Sabemos de desarrollos simples pero disruptivos como un inodoro que tiene incluido el lavabo, el cual permite que el agua que se emplea para lavarse las manos se reutilice en la descarga del WC. También aquellos medidores inteligentes de agua, los cuales son dispositivos que informan de fugas y pérdidas, así como alertas por consumos extraordinarios, solo por mencionar dos ejemplos.

Es indispensable fomentar en las nuevas generaciones ese espíritu emprendedor, innovador y amor por la naturaleza, para que se conviertan en agentes de cambio.

La academia está en la mejor posición para liderar el cambio e impulsar estrategias y desarrollo de soluciones que sean efectivas a largo plazo, que garanticen un uso sostenible del agua a fin de proteger este recurso vital para las generaciones futuras. La innovación se acelera cuando las personas están haciendo cosas y por supuesto que el proceso no sólo se desarrolla desde la universidad, sino donde se concentra la gente con talento y se generan procesos de innovación abierta para todos, donde están aquellos emprendedores que mejoran y hacen frente a los grandes retos del futuro.

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