Cuernavaca, Mor.— A cada paso cantaban, gritaban, recordaban la tristeza y el coraje que inundan sus vidas, que los marcó. Eran unas 400 voces que, durante la primera jornada de la Caminata por la paz, la justicia y la verdad protestaron contra la violencia que azota al país. Exigieron que las autoridades hagan su trabajo y garanticen la seguridad para los mexicanos. Se dirigen hacia Palacio Nacional.

Hace casi nueve años hubo una demanda similar, cuando el hijo de Javier Sicilia fue asesinado junto con seis amigos.

En aquel momento, el poeta convocó a los mexicanos para movilizarse y lo hizo con una férrea crítica a la llamada guerra contra el narcotráfico del expresidente Felipe Calderón.

“Nosotros estamos poniendo los muertos”, lamentaba el activista en aquella ocasión.

Tiempo después, los familiares de personas desaparecidas, desplazadas y víctimas de agentes del Estado creen que la idea de Javier Sicilia sigue vigente. “¡Hijo, escucha, tu madre está en la lucha!” y “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, gritaban las 400 almas a lo largo de los 12 kilómetros que recorrieron.

Las madres de personas ilocalizables y la familia LeBarón tomaron la batuta de la caminata. Ambos grupos dirigieron el andar de sus compañeros de Cuernavaca a Coajomulco, mientras que Javier Sicilia prefirió caminar entre los participantes y escuchar sus historias.

Ahí estaba Antonia Ortiz, quien lleva cinco años buscando a su hijo Francisco Ocampo, quien desapareció en Iguala, Guerrero. Hasta el momento, las autoridades municipales no le han dado una respuesta sobre el caso ni tampoco lo ha hecho la Fiscalía General de la República —antes PGR—.

Antonia no sólo caminó con el dolor de la pérdida de su ser querido, sino que desde las 9:00 horas estuvo de pie pese a sus problemas de salud.

Al cuestionarle si seguirá en la movilización, ella muestra un par de pastillas de medicina y suelta: “No me voy a detener hasta encontrar a mi hijo”.

Mantas de colores que exigían resolver casos como Tlatlaya o Ayotzinapa también protagonizaron la movilización de ayer, aunque lo que más resaltó fue una bandera nacional manchada de sangre que buscaba simbolizar el entorno del país.

Diego Hernández es un activista de la capital del país que exige la liberación de todos los presos políticos. Asegura que cuando participó en la huelga de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1999, algunos de sus compañeros fueron detenidos arbitrariamente, y aunque ellos ya fueron liberados, él busca que situaciones como esas dejen de ocurrir y se garantice la libertad de expresión.

La caminata inició alrededor de las 9:30 horas y concluyó a las 17:30 horas, con un llamado a proteger a las comunidades indígenas, niños, niñas y adolescentes. Hoy irán de la comunidad de Tres Marías a Tlalpan, en la Ciudad de México para exigir justicia.

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