La problemática que enfrentó el Silicon Valley Bank (SVB) nos ayuda a recordar algunos conceptos relativos al riesgo sistémico, que se genera por la dependencia de diferentes empresas y sectores y por el efecto de contagio entre ellos. Algunos bancos, derivado de su función de intermediario financiero y de su tamaño, en circunstancias en las cuales no puedan hacer frente a sus compromisos contraídos con los ahorradores, podrían generar afectaciones significativas al sistema financiero y económico, escenario en el cual presentan riesgo sistémico.
El SVB, fundado en 1983 y que enfocaba sus servicios de captación y crédito a empresas de reciente creación (startups) y del sector de tecnología (fintechs), se ubicaba entre los 20 más grandes de Estados Unidos. A finales de 2022 contaba con un índice de capitalización de 16.05%, superior al porcentaje mínimo requerido por las autoridades de 10.5%.
SVB anunció el 8 de marzo su intención de emitir acciones por 2 mil 250 millones de dólares para reforzar su capitalización, derivado de las pérdidas generadas por la venta de bonos del tesoro a largo plazo que había adquirido a tasas fijas, cuyo rendimiento se había deteriorado por el incremento de la inflación. El resultado de la venta de los bonos generó una pérdida neta de mil 800 millones de dólares.
Al día siguiente, el precio de las acciones de SVB cayó 60% y se presentó una corrida bancaria, en la cual sus clientes realizaron retiros masivos de sus depósitos, los cuales solo en ese día ascendieron a 42 mil millones de dólares, 24% de su captación total. Para dimensionar, el monto de esta corrida bancaria corresponde al 11% de la captación de todo el sistema mexicano de banca múltiple.
El 10 de marzo, la agencia del seguro de depósitos en Estados Unidos (Federal Deposit Insurance Corporation, FDIC) anunció que tomaba control de las operaciones del banco estableciendo que los depositantes contaban con la garantía por sus depósitos hasta el límite de 250 mil dólares por persona.
Esta decisión se modificó sustancialmente el 12 de marzo, cuando la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y FDIC daban a conocer que, con la finalidad de fortalecer la confianza en el sistema bancario, la agencia ampliaba la cobertura del seguro a todos los depósitos, incluyendo aquellos por arriba de la garantía de 250 mil dólares, lo que implicaba que los ahorradores podían tener acceso a la totalidad sus recursos a partir del día siguiente, esta decisión incluía además a los ahorradores del Signature Bank, banco del cual se anunciaba su quiebra ese mismo día. Lo anterior constituyó un escenario de excepción, que se establece cuando los bancos presentan condiciones de riesgo sistémico. Esta cláusula no se aplicaba desde la crisis de las hipotecas de 2008. La quiebra de SVB constituye el segundo colapso de un banco comercial más grande en la historia de los Estados Unidos, después del Washington Mutual en 2008.
Ante este panorama, ¿qué lecciones proporciona la resolución del SVB?
Vemos que contaba con un monto de capital superior al requerido, el cual fue insuficiente para mantener su liquidez y solvencia.
Al diversificar sus operaciones de crédito entre clientes de diversos sectores y regiones, los bancos disminuyen la posibilidad de que un evento impacte de forma significativa su liquidez y solvencia. Sin embargo, en el caso del SVB, por su perfil de negocios, al dar servicios a empresas de reciente creación, que operan en el sector de tecnología y que se concentran en una región geográfica, no contaba con las ventajas de la diversificación y asumía por lo tanto mayor riesgo. Es decir, su propia orientación y estrategia de negocio fue el factor que aceleró su quiebra.
El banco y las autoridades subestimaron el impacto y velocidad de la respuesta de los ahorradores ante la información proporcionada el 8 de marzo, ya que fue suficiente un día de corrida bancaria para colocarlo en insolvencia.
El FDIC estimó el costo de la resolución en 20 mil millones de dólares, monto inferior al costo o daño esperado a los mercados financieros y al país, de no haber declarado al banco como sistémico y que asumirá a través del fondo que opera.
La problemática del SVB tiene elementos similares al caso de México durante la crisis conocida como efecto Tequila (1994) con las acciones que realizó el Fobaproa y que años después asumió el IPAB, en la cual ningún ahorrador perdió sus recursos, pero que generó una deuda que asciende a finales de 2022 a 962 mil 389 millones de pesos.
Por último, la resolución del SVB podría llevarnos a esperar que las autoridades financieras asumieran medidas similares en otros casos. Sin embargo, dicha resolución constituye un caso de excepción y los riesgos y consecuencias para los depositantes en otros países y bancos pueden distar significativamente.
Profesor del área de Dirección Financiera de IPADE Business School